Recientemente, la Fundación Juan Crisóstomo de Arriaga – Orquesta Sinfónica de Bilbao (BOS) ha denunciado una huelga convocada por el comité de empresa de la orquesta, calificándola de «ilegal y abusiva». Esta huelga está programada para los días 30 de abril y 1 de mayo, coincidiendo con las funciones de la zarzuela ‘Mari-Eli’, una producción que representa un esfuerzo significativo en la recuperación del patrimonio musical vasco. La dirección de la BOS ha solicitado amparo a la Jurisdicción Social, argumentando que la huelga pone en riesgo tanto la producción cultural como la estabilidad económica del Teatro Arriaga.
La situación se ha vuelto tensa, ya que los responsables de la fundación acusan al comité de empresa de utilizar la huelga como un medio para «tomar como rehén» al Teatro Arriaga, en un momento crítico para la presentación de una obra que consideran de gran relevancia cultural. La zarzuela ‘Mari-Eli’, compuesta por Jesús Guridi, es vista como un proyecto singular que destaca la importancia de la música vasca del siglo XX. La dirección de la BOS ha expresado su preocupación por el impacto que la cancelación de estas funciones podría tener, no solo en la orquesta, sino también en la cultura de Bizkaia en general.
Desde el punto de vista económico, la fundación ha estimado que la suspensión de las funciones podría causar un daño cercano a medio millón de euros al Teatro Arriaga, además de un perjuicio de 27.000 euros para la propia orquesta. Este cálculo se basa en la premisa de que la cancelación de un evento de tal magnitud no solo afecta a los ingresos directos, sino también a la reputación y sostenibilidad del teatro a largo plazo.
La dirección de la BOS ha señalado que la huelga representa una desproporción entre el sacrificio que asumirán los músicos, quienes enfrentarán un descuento salarial de aproximadamente 150 euros por persona, y los daños colaterales que se infligirán a terceros. En su comunicado, han enfatizado que la orquesta cuenta con 44 músicos que participarán en la zarzuela, mientras que otros 28 instrumentistas estarán en «libranza técnica», lo que significa que recibirán su salario sin trabajar durante ese tiempo.
Además, la dirección ha argumentado que las condiciones laborales de los músicos de la BOS son significativamente más favorables que las del sector público foral. Según sus estimaciones, cada músico de la BOS trabaja 246 horas menos al año en comparación con el personal del sector público, lo que equivale a una pérdida total de 21.000 horas anuales de trabajo. Este dato ha sido presentado como evidencia de que la orquesta ya disfruta de condiciones laborales privilegiadas en comparación con otras instituciones.
La BOS también ha subrayado que, a pesar de las quejas sobre la carga de trabajo, es una de las orquestas mejor remuneradas del Estado. En contraste, el personal de la Euskadiko Orkestra trabaja más horas y recibe un salario inferior en todos los niveles profesionales. Esta comparación ha llevado a la dirección de la BOS a concluir que la huelga convocada por el comité de empresa tiene motivaciones estrictamente económicas, buscando mejorar aún más las condiciones laborales en lugar de responder a las necesidades del público.
La controversia ha generado un debate más amplio sobre las condiciones laborales en el sector cultural y la responsabilidad de los artistas hacia su audiencia. Mientras que algunos defienden el derecho a la huelga como una herramienta legítima para la mejora de condiciones, otros argumentan que el impacto en la cultura y la economía local no puede ser ignorado. La situación actual pone de relieve la complejidad de equilibrar los derechos laborales con la necesidad de mantener la oferta cultural en una región que valora profundamente su patrimonio musical.
A medida que se acerca la fecha de la huelga, la atención se centra en cómo se desarrollarán los acontecimientos y qué medidas se tomarán para mitigar el impacto en el Teatro Arriaga y en la comunidad cultural de Bizkaia. La resolución de este conflicto no solo afectará a los músicos y a la orquesta, sino que también tendrá repercusiones en la percepción pública de la cultura y el arte en la región.