La reciente revolución arancelaria impulsada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha generado un clima de incertidumbre a nivel global. En cuestión de días, el mundo se ha visto sumido en un escenario desconocido, donde las tensiones geopolíticas y económicas se han intensificado, añadiendo una nueva capa de complejidad a crisis ya existentes, como la derivada de la guerra en Ucrania. Este contexto obliga a los partidos políticos en Euskadi y en toda España a dejar de lado sus disputas internas y a centrarse en la búsqueda de soluciones conjuntas.
La situación actual es tan grave que muchas encuestas indican que un número creciente de ciudadanos considera plausible la posibilidad de una tercera guerra mundial. En este sentido, la responsabilidad de las instituciones y los gobernantes es crucial. No se trata solo de ofrecer certezas, que en este momento son difíciles de garantizar, sino de enviar un mensaje claro de unidad y responsabilidad. La ultraderecha, que se beneficia de la confusión y el descontento social, está al acecho, y es vital que los partidos tradicionales se unan para contrarrestar esta tendencia.
En Madrid, se vislumbran algunos brotes verdes de cooperación, especialmente si se consolida una alianza entre el PSOE y el PP para hacer frente a los desafíos planteados por la administración estadounidense. La gravedad de la situación, que afecta directamente a la economía y a las empresas, debería ser suficiente para motivar pactos de Estado que trasciendan las diferencias ideológicas y partidistas.
En Euskadi, también se perciben vientos de cambio. Se están dando pasos hacia un consenso en torno a temas que han dividido a la sociedad vasca, como el futuro del autogobierno y el reconocimiento de la identidad nacional vasca. La posibilidad de un acercamiento entre el PNV, EH Bildu, y el PSE es una señal positiva, aunque aún queda mucho por concretar. Este tipo de diálogo es esencial para construir un futuro más integrador y cohesionado.
Sin embargo, el camino hacia el consenso no está exento de obstáculos. La figura de Carles Puigdemont, por ejemplo, representa un desafío adicional. La posibilidad de que líderes como Arnaldo Otegi y José Luis Rodríguez Zapatero puedan persuadir a Puigdemont para que evite acciones que podrían desestabilizar aún más la situación es incierta. Además, convencer a partidos como Podemos y Sumar para que no se inmolen políticamente en este contexto es una tarea aún más complicada.
La necesidad de un enfoque colaborativo es más urgente que nunca. La crisis actual no solo afecta a la política, sino que también tiene repercusiones en la economía y en la vida cotidiana de los ciudadanos. La incertidumbre económica, derivada de las decisiones arancelarias y de las tensiones internacionales, puede tener un impacto directo en el empleo y en la calidad de vida de las personas.
Por lo tanto, es esencial que los líderes políticos en Euskadi y en España se comprometan a trabajar juntos, dejando de lado las diferencias que a menudo parecen más relevantes en tiempos de calma. La historia ha demostrado que la unidad en tiempos de crisis puede ser un factor determinante para superar los desafíos. La colaboración entre partidos, sectores y comunidades es fundamental para construir un futuro más estable y próspero.
En este contexto, la ciudadanía también juega un papel crucial. La participación activa de los ciudadanos en el proceso democrático, así como su capacidad para exigir responsabilidad a sus líderes, es vital para fomentar un clima de cooperación y entendimiento. La presión social puede ser un catalizador para que los políticos actúen de manera responsable y busquen soluciones que beneficien a la mayoría.
La situación actual es un recordatorio de que, en tiempos de crisis, la política debe ser un instrumento de unidad y no de división. La historia reciente nos ha enseñado que la fragmentación y la polarización solo conducen a más problemas. Por lo tanto, es imperativo que los líderes políticos en Euskadi y en toda España se comprometan a trabajar juntos, priorizando el bienestar de la ciudadanía por encima de sus intereses partidistas.