La festividad de San Ignacio, celebrada el 1 de agosto en la Basílica de Loyola, se convirtió en un escenario propicio para reflexionar sobre el futuro del País Vasco. El obispo de San Sebastián, Fernando Prado, aprovechó la ocasión para transmitir un mensaje claro y contundente: el futuro de una nación no se construye sobre la confrontación constante, sino a través del diálogo y la colaboración. En su homilía, el prelado instó a los presentes a buscar un entendimiento honesto y constructivo, enfatizando la importancia de la pluralidad y el respeto por las diferencias.
Durante la misa, que reunió a diversas autoridades políticas del Gobierno Vasco, la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de Azpeitia, Prado destacó la vocación de servicio público de muchos de los asistentes. Agradeció su esfuerzo y dedicación al bien común, a menudo poco reconocidos en el ámbito político. Sin embargo, también hizo un llamado a la reflexión sobre la actual dinámica política, marcada por la confrontación y la exclusión.
### La Necesidad de un Diálogo Constructivo
El obispo Prado subrayó que la sociedad y el futuro de un país no pueden construirse desde la lógica de la confrontación. En su discurso, hizo hincapié en que la diversidad de opiniones y sentimientos no debe ser vista como una amenaza, sino como una riqueza que enriquece el tejido social. «Dios nos ha hecho así. Ser diferentes no impide que nos encontremos en lo fundamental», afirmó, instando a los presentes a trabajar juntos por el bien común.
Prado criticó abiertamente el uso de eslóganes que fomentan la exclusión, como el que dice ‘Gora gu eta gutarrak’, que promueve la idea de que solo los que comparten una misma ideología son dignos de atención. «El bien común solo puede construirse entre todos», enfatizó, rechazando la noción de que solo se puede avanzar con los que piensan igual. En su lugar, propuso un camino basado en el diálogo, el entendimiento y la comprensión, elementos esenciales para una convivencia pacífica.
El obispo también recordó que el diálogo verdadero es un arte que requiere esfuerzo y disposición para relativizar las diferencias y potenciar lo que une. Este enfoque, según él, puede ser la base de una política que sirva a toda la sociedad, especialmente a los más vulnerables. En un contexto donde la polarización parece ser la norma, su mensaje resuena como un llamado a la acción para todos los actores políticos y sociales.
### Un Llamado a la Paz y la Cohesión Social
La homilía de Fernando Prado no solo fue un recordatorio de la importancia del diálogo, sino también un llamado a la paz y la cohesión social. En un momento en que el País Vasco enfrenta desafíos significativos, desde la gestión de recursos naturales hasta la seguridad pública, el obispo instó a los líderes a abandonar las trincheras y cultivar una voluntad de encuentro. La paz, según él, solo será posible si se deja atrás la cultura del enfrentamiento y se busca un entendimiento genuino.
El evento también estuvo marcado por la presencia de manifestantes que expresaron sus preocupaciones sobre temas como la instalación de parques eólicos y la gestión de prestaciones sociales. A pesar de las tensiones, el obispo mantuvo un tono sereno y firme, recordando que la crítica y la protesta son parte del ejercicio democrático, pero deben ser canalizadas hacia el diálogo y la búsqueda de soluciones conjuntas.
Prado concluyó su intervención recordando el lema ignaciano «En todo amar y servir», como un modelo a seguir en la política. Este principio, que aboga por el servicio a los demás, puede ser la guía para aquellos que buscan un impacto positivo en la sociedad. En un mundo donde la polarización y la confrontación son cada vez más comunes, su mensaje de unidad y colaboración es más relevante que nunca.
La festividad de San Ignacio, por lo tanto, no solo fue una celebración religiosa, sino también una oportunidad para reflexionar sobre el papel de la política en la construcción de una sociedad más justa y solidaria. El obispo de San Sebastián, con su llamado a la unidad y el diálogo, nos recuerda que el futuro de un país depende de nuestra capacidad para escuchar, entender y trabajar juntos por el bien común.