El juicio civil relacionado con el atropello mortal de un niño de 11 años en Aulesti, que tuvo lugar en 2020, ha sido suspendido nuevamente. Este proceso judicial, que se lleva a cabo en el Juzgado de Primera Instancia de Gernika, se había programado para el 17 de octubre de 2025, pero la falta de un testigo clave ha obligado a aplazarlo. La nueva fecha para la reanudación del juicio está fijada para el 27 de noviembre a las 10:30 horas. Este caso ha sido un largo camino de dolor y espera para la familia del menor, quienes han expresado su frustración y malestar ante la situación.
La razón de la suspensión se debe a que uno de los agentes de la Ertzaintza, que debía declarar como testigo, no pudo conectarse a la vista de manera telemática. Según la ley, si un testigo considerado esencial para el esclarecimiento de los hechos no puede comparecer, el juicio debe ser aplazado. Esta normativa, aunque necesaria para garantizar un proceso justo, ha prolongado la agonía de la familia, que lleva cinco años esperando justicia por la pérdida de su hijo.
La familia del menor ha manifestado su profundo descontento con la situación. El padre del niño ha declarado que “no piensan en las familias, no piensan en lo que estamos pasando”. Su madre, visiblemente afectada, ha añadido que esta espera es “agotadora e inhumana”, cuestionando qué es lo que realmente se está protegiendo en este proceso. La angustia que sienten es palpable, y sus palabras reflejan el sufrimiento que han tenido que soportar desde el trágico accidente.
El accidente ocurrió cuando el menor estaba jugando cerca de un camino rural que conduce a la ermita de San Lorenzo en Aulesti. La familia ha reclamado una indemnización de 219.000 euros, conforme a la Ley 35/2015 y la Ley del Menor de 2020, que establece las bases para la compensación en casos de accidentes que involucran a menores. Sin embargo, la resolución de este caso sigue siendo incierta, lo que añade más dolor a la ya difícil situación de la familia.
La espera por justicia no solo afecta a la familia del menor, sino que también plantea preguntas sobre la eficacia del sistema judicial y la atención que se presta a las víctimas de accidentes. La suspensión del juicio ha puesto de manifiesto las dificultades que enfrentan muchas familias en situaciones similares, donde la justicia parece llegar con lentitud, dejando a las víctimas y sus seres queridos en un estado de incertidumbre y angustia.
La situación también ha generado un debate sobre la importancia de la presencia de testigos en los juicios y la necesidad de contar con mecanismos que permitan garantizar su comparecencia. En un mundo donde la tecnología juega un papel crucial, es fundamental que se busquen soluciones que eviten que la falta de un testigo clave pueda retrasar la justicia. La familia del menor atropellado ha señalado que esta situación es un reflejo de un sistema que, en ocasiones, parece no tener en cuenta el sufrimiento de las personas involucradas.
A medida que se acerca la nueva fecha del juicio, la familia continúa esperando una resolución que les brinde algo de paz. La lucha por la justicia no solo es un proceso legal, sino también un camino emocional que puede ser desgastante y doloroso. La comunidad también se ha mostrado solidaria con la familia, apoyando su búsqueda de justicia y reconociendo la importancia de que se escuche su voz en este proceso.
Este caso es un recordatorio de que detrás de cada accidente hay vidas afectadas, historias de dolor y la necesidad de un sistema judicial que funcione de manera efectiva y compasiva. La espera por justicia puede ser larga y difícil, pero la esperanza de que se haga lo correcto es lo que mantiene a la familia en pie. A medida que se reanuda el juicio, la atención se centrará en cómo se desarrollará el proceso y qué decisiones se tomarán en relación con la responsabilidad del accidente y la indemnización reclamada por la familia.
La historia del menor atropellado en Aulesti es un ejemplo de cómo la vida puede cambiar en un instante y de la importancia de buscar justicia en medio del dolor. La familia sigue adelante, esperando que su lucha no sea en vano y que, finalmente, se reconozca la tragedia que han vivido y se les brinde la justicia que merecen.