El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha realizado una visita a China en un contexto de tensiones comerciales globales, especialmente entre Estados Unidos y el gigante asiático. Esta visita ha suscitado críticas tanto desde la oposición como desde la administración estadounidense, que cuestionan la oportunidad de este encuentro en un momento tan delicado para la diplomacia económica.
Durante su estancia en Pekín, Sánchez se reunió con el presidente chino, Xi Jinping, convirtiéndose en el primer líder europeo en visitar el país desde que comenzaron las tensiones arancelarias. En una declaración posterior a la reunión, el presidente español enfatizó que la política exterior de España no está dirigida contra nadie, sino que busca fomentar el diálogo y la cooperación entre naciones.
Sánchez destacó que tanto España como la Unión Europea comparten principios y valores comunes, y que es fundamental no permitir que las tensiones comerciales obstaculicen el potencial crecimiento de las relaciones con China. En este sentido, hizo hincapié en la necesidad de trabajar para reducir el déficit comercial que Europa tiene con el país asiático, sugiriendo que el diálogo y la reciprocidad deben ser la base de las relaciones futuras.
La visita de Sánchez se produce en un momento en que la UE está buscando establecer un equilibrio en sus relaciones comerciales con China, especialmente en el contexto de la reciente propuesta de tarifas cero presentada a la administración estadounidense. A pesar de las críticas, el presidente del Gobierno defendió que su viaje había sido programado con anterioridad y que no debería ser interpretado como una provocación ni como un alineamiento con un bando específico en la guerra comercial.
En su discurso, Sánchez también subrayó que nadie se beneficia de una guerra comercial y que es esencial que tanto China como Estados Unidos mantengan abiertas las líneas de comunicación. Esta postura refleja un enfoque más conciliador en comparación con las tensiones que han caracterizado las relaciones entre las potencias en los últimos años.
El Partido Popular, principal partido de la oposición, ha criticado la decisión de Sánchez de continuar con su viaje a China, sugiriendo que podría haber esperado a que se concretaran las negociaciones con la administración estadounidense. Sin embargo, el presidente ha defendido su agenda, indicando que ha mantenido conversaciones con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, quien también tiene planes de visitar China en el futuro.
Además, el Gobierno ha resaltado que otros funcionarios europeos, como el comisario de Comercio, Maroš Šefčovič, han estado en contacto con las autoridades chinas, lo que sugiere que la visita de Sánchez forma parte de un esfuerzo coordinado para abordar las relaciones comerciales con China desde una perspectiva europea.
Sánchez también ha mencionado que su política exterior es coherente con la de administraciones anteriores, y ha enmarcado su visita dentro del 20º aniversario de las relaciones estratégicas entre España y China. Este enfoque busca expandir horizontes y fortalecer la cooperación en un contexto internacional cada vez más complejo.
En resumen, la visita de Pedro Sánchez a China representa un intento de España de posicionarse como un actor relevante en la diplomacia internacional, promoviendo el diálogo y la cooperación en un momento de creciente tensión global. A pesar de las críticas, el presidente ha defendido su enfoque como una forma de contribuir a un entorno más estable y cooperativo entre las principales potencias del mundo.