Las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos han llevado a ambas naciones a buscar un terreno común a través de negociaciones en Estocolmo. Esta tercera ronda de conversaciones, que comienza hoy, se produce en un contexto de desafíos significativos, incluyendo las capacidades industriales de China y sus compras de petróleo a Irán y Rusia. A pesar de las diferencias, ambas partes esperan que se logren avances significativos.
**Expectativas y Principios de Diálogo**
China ha llegado a esta ronda de negociaciones con un enfoque en construir sobre los consensos alcanzados en encuentros anteriores en Ginebra y Londres, así como en la reciente conversación telefónica entre los presidentes Xi Jinping y Donald Trump. Aunque Pekín no ha especificado objetivos concretos, ha enfatizado que el diálogo debe basarse en principios de igualdad, respeto mutuo y reciprocidad. Este enfoque busca reducir malentendidos y fortalecer la cooperación bilateral.
En las semanas previas a estas negociaciones, China ha mostrado señales de distensión, como la suspensión de una investigación antimonopolio contra una filial de DuPont, una empresa estadounidense. Sin embargo, Pekín ha evitado pronunciarse sobre la solicitud de EE.UU. de extender la tregua arancelaria que expira el 12 de agosto. A través de medios afines, ha dejado claro que no aceptará imposiciones en temas sensibles como la compra de petróleo ruso o iraní, la sobrecapacidad manufacturera o su estrategia industrial nacional. Cualquier intento de condicionar las negociaciones a medidas unilaterales, como sanciones o restricciones tecnológicas, podría perjudicar el clima de entendimiento alcanzado hasta ahora.
La delegación china estará encabezada por el viceprimer ministro He Lifeng, quien ha liderado las negociaciones en las citas anteriores. Por parte de EE.UU., se ha confirmado que el secretario del Tesoro, Scott Bessent, liderará el equipo estadounidense, aunque se desconoce si otros funcionarios clave participarán en las conversaciones.
**Retos y Oportunidades en el Horizonte**
Estados Unidos llega a esta ronda con la intención de ir más allá de las medidas para mitigar la guerra comercial. La administración de Trump busca un acuerdo que, aunque sea mínimo, permita un mayor acceso al mercado chino para los productos estadounidenses. En una reciente entrevista, Bessent expresó el deseo de abrir el mercado chino, que cuenta con una población de 1.400 millones de personas y una alta tasa de ahorro, lo que representa un gran potencial como economía de consumidores.
Trump ha manifestado su entusiasmo por la posibilidad de reunirse con Xi Jinping, y se están llevando a cabo conversaciones sobre un posible encuentro en el marco de la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) que se celebrará en octubre en Corea del Sur. Aunque Pekín no ha confirmado los temas a tratar, se espera que las discusiones incluyan el acceso a tierras raras, la estrategia en sectores tecnológicos clave y el papel de China en el suministro de precursores químicos para la fabricación de fentanilo.
Además de los temas comerciales, EE.UU. también busca abordar cuestiones incómodas para China, como la sobrecapacidad en sectores clave como vehículos eléctricos, acero y paneles solares, así como las compras de petróleo ruso e iraní por parte de Pekín. Un tema adicional que podría influir en las negociaciones es la situación de TikTok, la popular aplicación que podría verse obligada a dejar de operar en EE.UU. si no se llega a un acuerdo sobre su funcionamiento en el país.
La guerra comercial entre ambas naciones se intensificó en abril, cuando EE.UU. impuso aranceles de hasta el 145% sobre bienes chinos, mientras que China respondió con aranceles del 125%. Sin embargo, las reuniones en Londres y Ginebra lograron reducir estos gravámenes a niveles más manejables, lo que ha permitido un respiro en las tensiones comerciales.
A medida que se desarrollan estas negociaciones, el mundo observa de cerca cómo las dos economías más grandes del planeta intentan encontrar un equilibrio en sus relaciones comerciales. La capacidad de ambas naciones para llegar a un acuerdo podría tener repercusiones significativas no solo para sus economías, sino también para el comercio global en su conjunto.