El cierre de la oferta pública de adquisición (OPA) del BBVA sobre el Banco Sabadell ha marcado un hito significativo en el panorama financiero español. Con un aumento notable en el valor de las acciones del Sabadell, que pasó de un 2,12% a un 3,06% por encima del valor de la oferta, el interés de los accionistas ha sido palpable. Este incremento no solo representa un cambio en la percepción del mercado, sino que también refleja la intensa competencia y las estrategias empleadas por ambas entidades en este proceso de adquisición.
La OPA, que ha estado en el centro de atención durante los últimos 17 meses, ha visto fluctuaciones en su aceptación, lo que ha llevado a los analistas a evaluar constantemente el interés de los accionistas. El último día de la OPA fue especialmente activo, con las acciones del Sabadell cayendo un 2,6%, lo que favoreció al BBVA en su intento de alcanzar el umbral del 50% de aceptación. Este porcentaje es crucial, ya que determina el éxito de la operación y el futuro de la oferta en caso de que no se logre.
La actividad en la bolsa fue intensa, con casi 20 millones de transacciones de acciones del Sabadell, lo que lo convirtió en uno de los valores más negociados del índice Ibex, junto con el Santander. Este volumen de operaciones, aunque elevado, no fue inesperado, ya que muchos accionistas suelen esperar hasta el último momento para tomar decisiones sobre sus inversiones. La analista de Renta4, Nuria Álvarez, comentó que este comportamiento es habitual en situaciones de OPA, donde los inversores buscan maximizar sus beneficios.
El BBVA ha intensificado sus esfuerzos para atraer a los accionistas indecisos, manteniendo abiertas hasta tarde varias de sus oficinas para facilitar la aceptación de la oferta. El presidente del BBVA, Carlos Torres, ha sido claro en su mensaje, advirtiendo que no habrá una segunda oportunidad para aceptar la OPA a un precio superior. Esta estrategia busca motivar a los accionistas a actuar rápidamente, evitando que se queden fuera de una posible revalorización de sus acciones.
Por otro lado, el presidente del Sabadell, Josep Oliu, ha instado a los accionistas a rechazar la oferta del BBVA, sugiriendo que desestimen las propuestas de aceptación. Además, ha denunciado prácticas de acoso telefónico por parte del banco rival, lo que añade un matiz de tensión a la competencia entre ambas entidades. El consejero delegado del Sabadell, César González-Bueno, ha instado a los accionistas a esperar una posible segunda OPA, sugiriendo que la aceptación actual podría estar en torno al 30%.
Entre los grandes inversores, se ha observado un interés variado. Fondos gestionados por Blackrock han decidido participar en la OPA, aunque su participación representa solo el 0,5% del Sabadell. Esta cifra se complementa con el 3,8% de David Martínez y el 0,5% del inversor italiano Davide Sierra, quienes han expresado su apoyo a la oferta. En contraste, Zurich, con casi el 5% de participación, se posiciona en contra de la OPA, lo que podría influir en la decisión de otros accionistas.
A medida que se procesan las peticiones de aceptación, el mercado espera con anticipación los resultados finales, que se darán a conocer el próximo viernes. Este desenlace no solo determinará el futuro del BBVA y el Sabadell, sino que también tendrá repercusiones en el sector bancario español en su conjunto. La OPA ha puesto de relieve la dinámica competitiva entre los bancos y la importancia de la estrategia en la captación de accionistas, un aspecto que será crucial en las futuras operaciones de adquisición en el mercado.
La OPA del BBVA sobre el Sabadell es un claro ejemplo de cómo las decisiones de los accionistas pueden influir en el rumbo de las entidades financieras. Con un entorno cada vez más competitivo, los bancos deben adaptarse y encontrar formas innovadoras de atraer a los inversores, asegurando así su crecimiento y sostenibilidad en el mercado. La próxima semana será decisiva para determinar si el BBVA logra consolidar su posición en el mercado a través de esta adquisición o si el Sabadell logra mantener su independencia ante la presión del gigante bancario.