La reciente celebración del Aberri Eguna ha puesto de manifiesto las tensiones internas entre los partidos nacionalistas vascos, especialmente entre el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y EH Bildu. En este contexto, el Partido Socialista de Euskadi (PSE) ha expresado su opinión sobre la presión ejercida por estos grupos hacia el Gobierno de Pedro Sánchez, considerándola como una manifestación de rivalidad interna más que como una verdadera exigencia de cambio.
### La Perspectiva del PSE sobre la Presión Nacionalista
El PSE ha calificado de «poco realista» la presión que los partidos nacionalistas han ejercido sobre el Gobierno central en el marco del Aberri Eguna. Según fuentes del PSE, los reproches dirigidos a Sánchez son parte de un juego político interno entre el PNV y EH Bildu, que buscan consolidar su hegemonía en el ámbito electoral y político. Este análisis sugiere que, a pesar de las apariencias, las demandas de los nacionalistas no reflejan necesariamente las prioridades de la sociedad vasca.
Un portavoz del PSE ha afirmado que, a pesar de las críticas, su partido mantiene acuerdos de gobierno y programas que no se alinean con las tensiones nacionalistas. «Preferimos pensar que tenemos acuerdos de gobierno y programas de gobierno en el Gobierno Vasco y en las diputaciones forales que para nada están en esas claves», declaró. Esta postura indica que el PSE busca distanciarse de la narrativa nacionalista y reafirmar su compromiso con la estabilidad gubernamental.
Además, el PSE ha subrayado que el actual nivel de autogobierno en Euskadi es superior al de muchas otras regiones de Europa, lo que pone en tela de juicio la necesidad de nuevas reivindicaciones. En este sentido, el partido considera que seguir planteando el autogobierno en términos de «tira y afloja» es una estrategia poco efectiva y que no responde a la realidad actual.
### La Estrategia del PNV y EH Bildu
Por otro lado, el PNV ha intensificado su retórica hacia el Gobierno central, utilizando el Aberri Eguna como plataforma para expresar sus demandas. El lehendakari Imanol Pradales ha criticado la lentitud en el traspaso de competencias pendientes del Estatuto de Gernika, exigiendo un marco bilateral que garantice las competencias vascas. Esta postura refleja una estrategia del PNV para mantener su relevancia en el debate sobre el autogobierno, al tiempo que compite con EH Bildu por el electorado más soberanista.
EH Bildu, por su parte, ha intentado posicionarse como un actor clave en la búsqueda de un nuevo consenso que incluya al PSE. Este enfoque busca cerrar las brechas que han surgido desde el inicio de la Transición y avanzar hacia un nuevo pacto que reconozca las demandas de la izquierda abertzale. Sin embargo, el PSE ha mostrado reticencias a unirse a este tipo de acuerdos, considerando que las prioridades de la sociedad vasca son diferentes a las que plantean los nacionalistas.
La interpretación del Gobierno de Sánchez es que los nacionalistas vascos son esenciales para la estabilidad de la legislatura, especialmente en un contexto donde la continuidad del autogobierno depende de la permanencia del actual presidente. Esto se convierte en un factor crítico, ya que un adelanto electoral podría favorecer el regreso del Partido Popular (PP) al poder, lo que podría alterar el equilibrio actual.
### La Reacción de Junts y el Papel de Zapatero
En un contexto más amplio, la situación en Euskadi también se ve influenciada por las dinámicas en Cataluña. Junts, liderado por Carles Puigdemont, ha criticado la mediación de José Luis Rodríguez Zapatero en las negociaciones entre el Gobierno español y los partidos independentistas catalanes. Puigdemont ha señalado que la falta de compromiso de Sánchez con el autogobierno catalán es un reflejo de las renuncias que implican las alianzas con el PSC.
La crítica de Junts se centra en la percepción de que las decisiones del Gobierno español, como la colocación de la bandera española junto a la senyera en el Palau de la Generalitat, son indicativas de una falta de firmeza en la defensa de los intereses catalanes. Esta situación resuena en Euskadi, donde las tensiones entre los nacionalistas y el Gobierno central continúan siendo un tema candente.
A medida que se acercan las elecciones, tanto en Euskadi como en Cataluña, la presión sobre los líderes políticos para abordar las demandas de autogobierno y las identidades nacionales se intensificará. La forma en que estos partidos manejen sus rivalidades internas y sus relaciones con el Gobierno central será crucial para el futuro político de ambas comunidades autónomas.