La princesa Ana de Inglaterra, conocida por su carácter fuerte y su dedicación incansable, celebra su 75.º cumpleaños en un contexto que resalta su papel fundamental dentro de la familia real británica. A lo largo de su vida, Ana ha demostrado ser un ejemplo de compromiso y servicio, convirtiéndose en un referente para muchos, tanto dentro como fuera de la monarquía. Su historia está marcada por momentos significativos que han definido su personalidad y su enfoque hacia el deber.
Una de las anécdotas más memorables que ilustra su temple ocurrió en 1974, cuando fue víctima de un intento de secuestro. Regresando de un evento benéfico, Ana fue interceptada por Ian Ball, quien disparó contra su escolta y conductor. En lugar de entrar en pánico, la princesa respondió con una sorprendente calma, diciendo: “No es muy probable” cuando el atacante le pidió que abandonara el vehículo. Esta reacción no solo demostró su valentía, sino también su capacidad para mantener la compostura en situaciones extremas. Años después, Ana describió su interacción con Ball como “escrupulosamente educada”, lo que refleja su carácter y su enfoque pragmático ante la adversidad.
A lo largo de su vida, Ana ha sido reconocida como la miembro más trabajadora de la familia real, dedicándose a una amplia variedad de causas y compromisos. Su labor no se mide en titulares sensacionalistas, sino en la consistencia y el impacto de su trabajo. Con más de 300 organizaciones bajo su patronato, su enfoque se centra en temas como la infancia, la salud y el deporte. Entre sus contribuciones más destacadas se encuentra su trabajo con Save the Children y Riders for Health, donde combina su amor por los caballos con la ayuda humanitaria en países en desarrollo. Esta dedicación ha llevado a muchos a referirse a ella como la “reina que no fue”, en comparación con otros miembros más jóvenes de la familia que suelen acaparar la atención mediática.
A pesar de su notable trayectoria, Ana ha optado por no celebrar su cumpleaños de manera ostentosa. Rechazó propuestas para retratos oficiales y entrevistas, prefiriendo mantener un perfil bajo. El único homenaje oficial que recibirá es una moneda conmemorativa de cinco libras, emitida por la Real Casa de la Moneda británica, que lleva su rostro y el lema “Deber y devoción”. Además, la cuenta de Instagram de la familia real ha compartido imágenes y recuerdos en honor a su vida y su legado.
La princesa Ana ha dejado claro que no tiene planes de retirarse por completo de sus actividades hasta alcanzar los 90 años, aunque a partir de los 80 comenzará a reducir su carga de trabajo. Su compromiso con el servicio público es inquebrantable, y su enfoque en el deber ha sido una constante a lo largo de su vida. Desde su infancia, Ana mostró una inclinación natural hacia la equitación, convirtiéndose en campeona europea y siendo la primera Windsor en competir en unos Juegos Olímpicos, en Montreal 1976. Esta pasión por los caballos ha sido un hilo conductor en su vida, reflejando su amor por el deporte y su deseo de contribuir a causas benéficas.
La llegada de Diana de Gales a la familia real en los años 80 trajo consigo un cambio en la percepción pública de la monarquía. Mientras que Diana encarnaba la figura romántica y carismática de la princesa de cuento, Ana se mantuvo fiel a su estilo directo y sobrio. Esta diferencia de enfoques hizo que la labor de Ana quedara a menudo eclipsada por el glamour de su cuñada. Sin embargo, su trabajo no pasó desapercibido, y en 1987 fue honrada con el título de princesa real, un reconocimiento que subraya su dedicación y méritos.
En su vida personal, Ana ha sido igualmente decidida. A pesar de ser la primera en dar nietos a sus padres, optó por no otorgar títulos reales a sus hijos, Zara Tindall y Peter Phillips. Su divorcio en 1992 de Mark Phillips fue el único escándalo que ha protagonizado, pero rápidamente encontró el amor nuevamente al casarse con Timothy Laurence, un oficial naval, con quien ha compartido más de tres décadas de matrimonio. Juntos han formado una familia que ahora incluye a cinco nietos, lo que añade una nueva dimensión a su vida.
Recientemente, Ana ha vuelto a ser noticia al convertirse en madrina de bodas, ya que su hijo Peter ha anunciado su compromiso con la enfermera pediátrica Harriet Sperling. Este nuevo capítulo en su vida familiar refleja no solo su papel como madre y abuela, sino también su continuo compromiso con la familia real y sus deberes. A medida que Ana celebra sus 75 años, su legado de servicio y dedicación sigue siendo un faro de inspiración para muchos, consolidando su lugar en la historia de la monarquía británica.
