La pobreza en Bizkaia ha dejado de ser un fenómeno aislado que afecta a grupos específicos para convertirse en un problema que trasciende generaciones. Según el último informe de Caritas Bizkaia, la exclusión social está creando una brecha generacional que afecta a la infancia, la juventud y las personas mayores, comprometiendo el presente y el futuro de miles de personas en la región. En 2024, la organización atendió a más de 12,000 personas en situación de vulnerabilidad, destacando que el 52% de ellas eran mujeres. Entre los atendidos, un 19% eran menores de edad y otro 19% jóvenes menores de 30 años, además de más de 760 personas mayores de 65 años, de las cuales el 76% eran mujeres.
La directora de Caritas Bizkaia, Elena Unzueta, enfatiza que esta situación no se trata de casos aislados, sino que refleja cómo la exclusión social atraviesa diferentes edades, géneros y orígenes. La pobreza infantil, en particular, es un tema que preocupa a la organización, ya que muchas familias jóvenes, a menudo encabezadas por mujeres solas, enfrentan una combinación de desempleo, contratos temporales y bajos ingresos, lo que afecta no solo la economía del hogar, sino también el desarrollo emocional y educativo de los menores. Unzueta señala que «la pobreza infantil no puede entenderse sin mirar la precariedad vital de sus madres», lo que pone de manifiesto la feminización de la pobreza vinculada al sistema de cuidados y a la desprotección estructural.
### La Transmisión Intergeneracional de la Exclusión
La transmisión intergeneracional de la pobreza se convierte en una amenaza real, ya que los niños y niñas que crecen en situaciones de escasez tienen muchas más probabilidades de repetir ese ciclo en su vida adulta. Ana Sofi Telletxea, responsable del departamento de Análisis de Caritas, explica que «se constata una brecha generacional que afecta principalmente a la infancia y la juventud, poniendo en riesgo su futuro y, por ende, el de la sociedad». En respuesta a esta problemática, Caritas ha ofrecido acompañamiento a cerca de 1,100 personas adultas y niños, con un enfoque en la protección de la infancia y la formación de protocolos adecuados.
El área de Juventud y Emancipación ha trabajado con 160 jóvenes en situación de exclusión, muchos de los cuales carecen de redes familiares y sociales. De estos, el 9% eran mujeres. Por otro lado, las personas mayores también enfrentan desafíos significativos. Muchas de ellas, especialmente las viudas con pensiones mínimas, viven solas y tienen escasas redes sociales. Caritas ha atendido a más de 440 personas mayores, implementando programas que promueven el bienestar y previenen la soledad no deseada. Telletxea denuncia que «la soledad en la vejez no es solo una cuestión afectiva, sino también una forma de exclusión». Las barreras burocráticas y digitales a menudo dejan a estas personas fuera de los circuitos de protección, lo que agrava su situación.
### La Falta de Oportunidades y sus Consecuencias
El informe de Caritas también destaca que una parte significativa de la juventud vizcaína vive atrapada en un ciclo de inestabilidad, con acceso limitado a empleo digno, vivienda y participación comunitaria. Muchos jóvenes provienen de contextos migratorios o de hogares con trayectorias de exclusión. A pesar de contar con formación, muchos no logran integrarse en el mercado laboral debido a las condiciones precarias que este ofrece. En este contexto, Caritas aboga por una intervención que no solo se limite a la asistencia puntual, sino que aborde las causas estructurales de la desigualdad.
«La exclusión social no es un fallo individual, sino un problema colectivo que requiere respuestas comunitarias y políticas públicas valientes», subrayan desde la organización. Las consecuencias de esta brecha generacional no son solo económicas; también se manifiestan en el ámbito emocional, social y sanitario. La ansiedad, la falta de sentido vital y el sentimiento de abandono son realidades que afectan tanto a jóvenes como a mayores, lo que demanda una respuesta integral que combine salud mental, políticas de empleo, vivienda y participación social. En 2024, el servicio psicológico de Caritas atendió a 251 personas que enfrentaban sufrimiento emocional o trastornos mentales, la mayoría de ellas mujeres jóvenes y madres.
La pobreza es un fenómeno multicausal, y Unzueta concluye que «no basta con resolver uno de los factores. Hace falta una mirada integral y estructural que sitúe los derechos humanos en el centro». Ante este panorama, Caritas Bizkaia ha lanzado un llamamiento a las instituciones y a la sociedad en su conjunto, reclamando políticas públicas centradas en el empleo inclusivo, la vivienda, los servicios sociales y la salud mental, con especial atención a las situaciones que afectan a mujeres, infancia, juventud y personas mayores. «Implicarse es posible y necesario», insiste Unzueta, subrayando que solo a través del avance en los derechos humanos y la construcción de vínculos se puede transformar esta realidad.