La reciente cumbre de paz en Sharm el Sheij ha dejado una huella imborrable en la historia contemporánea, no solo por su contexto geopolítico, sino también por la imagen que se ha proyectado al mundo. La fotografía del 13 de octubre de 2025, donde se observa a Donald Trump junto a líderes árabes y representantes de Israel y Hamas, simboliza un cambio radical en la forma en que se concibe la paz en la región. Este evento ha sido interpretado como un triunfo del nihilismo global, donde los valores éticos y políticos parecen haber sido relegados a un segundo plano en favor de intereses económicos y estratégicos.
La cumbre no se ha inspirado en los principios tradicionales de la diplomacia, sino que ha adoptado un enfoque mercantilista. La paz, en este contexto, se presenta no como un objetivo noble, sino como un negocio. La idea de que la reconstrucción de Gaza se basa en un modelo de desarrollo inmobiliario, impulsado por agentes neoyorquinos, plantea serias interrogantes sobre la ética de tales iniciativas. Este enfoque, que recuerda a un juego de Monopoly, se traduce en la creación de resorts y espacios de ocio en un territorio que ha sido devastado por años de conflicto.
La imagen de líderes árabes y occidentales posando junto a Trump, en un momento que debería ser de reflexión y respeto por las víctimas del conflicto, se convierte en un símbolo de la deshumanización del proceso de paz. La paz se convierte en un mero producto comercial, donde las vidas humanas son vistas como un recurso más en la búsqueda de beneficios económicos. Este fenómeno plantea la pregunta de si realmente se está buscando una solución justa para el pueblo palestino o si simplemente se está intentando estabilizar la región a través de la creación de un nuevo mercado.
### La Paz como Modelo de Negocio
El concepto de paz como un modelo de negocio es alarmante y revela una profunda falta de respeto por la dignidad humana. La reconstrucción de Gaza, que debería ser un esfuerzo humanitario, se convierte en una oportunidad para el lucro. Las grandes constructoras anglosajonas, en colaboración con líderes árabes, están diseñando un plan que promete transformar las ruinas de Gaza en un destino turístico. Sin embargo, esta visión ignora las necesidades y aspiraciones de la población local, que ha sufrido enormemente a causa del conflicto.
El enfoque de desarrollo propuesto se basa en la idea de que las víctimas palestinas preferirían convertirse en mano de obra barata en lugar de seguir siendo víctimas. Este argumento, aunque comprensible desde una perspectiva económica, es profundamente injusto. La dignidad de las personas no puede ser sacrificada en el altar del desarrollo económico. La paz no debería ser un negocio, sino un derecho humano fundamental.
Además, la participación de líderes de democracias liberales en este tipo de cumbres plantea serias dudas sobre su compromiso con los principios democráticos. ¿Están dispuestos a sacrificar sus valores en favor de una imagen de unidad y cooperación en un contexto tan complejo? La posibilidad de que estos líderes busquen un lugar en el consejo de administración de un nuevo orden mundial, donde la ética se deja de lado, es preocupante. La presión de no ser humillados por un líder carismático como Trump puede llevar a decisiones que comprometan la integridad de las democracias.
### La Ética en el Juego Geopolítico
La situación actual en Gaza y la forma en que se está abordando la paz requieren una reflexión profunda sobre la ética en el juego geopolítico. La cumbre de Sharm el Sheij no solo ha sido un evento diplomático, sino un claro ejemplo de cómo los intereses económicos pueden eclipsar la búsqueda de justicia y derechos humanos. La paz no puede ser vista como un producto que se compra y se vende, sino como un proceso que requiere respeto, diálogo y, sobre todo, un compromiso genuino con la justicia.
Los líderes mundiales deben cuestionar sus propias motivaciones y el impacto de sus decisiones en la vida de millones de personas. La historia nos ha enseñado que la paz construida sobre cimientos inestables y egoístas está condenada al fracaso. La comunidad internacional tiene la responsabilidad de garantizar que cualquier esfuerzo por alcanzar la paz en Gaza no se convierta en un mero ejercicio de marketing político, sino en un verdadero compromiso por la justicia y la dignidad de todos los involucrados. La paz debe ser un objetivo colectivo, donde la ética y el respeto por la vida humana sean los pilares fundamentales de cualquier acuerdo.