La XVIII Marcha de los Molinos, celebrada en Zeanuri, ha atraído a más de 150 participantes, quienes se unieron para explorar y conocer el patrimonio hidráulico de la localidad. Esta actividad, que se ha convertido en un evento anual, tiene como objetivo resaltar la importancia histórica de los molinos en la vida de los habitantes de Zeanuri, especialmente durante el siglo XIX, cuando la localidad contaba con un notable número de estas infraestructuras.
La ruta de la marcha abarcó un total de 14 kilómetros, durante los cuales los caminantes pudieron observar de cerca siete molinos hidráulicos. Además, tuvieron la oportunidad de acceder al interior de tres de ellos, lo que permitió a los participantes no solo apreciar su arquitectura, sino también entender su funcionamiento y la relevancia que tuvieron en el pasado.
El recorrido comenzó con el molino de Alcibar, que se encuentra a un kilómetro del punto de partida. A tan solo 500 metros, los participantes se encontraron con el molino de Errotabarri, que fue rehabilitado en 2015 por la familia Manterola. Este molino fue el primero en ser visitado durante la jornada, ofreciendo a los asistentes una visión de cómo se ha preservado este patrimonio.
Continuando la marcha, los caminantes se dirigieron hacia el molino de Ibargutxi, que es propiedad de Pedro Elexpe. Este molino, completamente rehabilitado, también permitió el acceso a su interior, brindando a los visitantes la oportunidad de conocer más sobre su historia y funcionamiento. La rehabilitación de estos molinos es un esfuerzo significativo para mantener viva la memoria histórica de la región.
Tras un par de kilómetros bordeando el embalse de Undurraga, los participantes llegaron a un punto de avituallamiento frente a la presa, donde pudieron reponer fuerzas antes de continuar con la ruta. La marcha se adentró en las barriadas de Otzerinmendi y Uribe, donde se encontraban los molinos de Intxaurbe, Axpe y Zulaibar. Estos molinos, aunque no todos estaban abiertos al público, forman parte del patrimonio cultural que se busca preservar y dar a conocer.
El último kilómetro del recorrido llevó a los caminantes al molino de Olabarr i, que también está completamente rehabilitado. Este molino, al igual que los anteriores, permitió a los participantes acceder a su interior, donde pudieron observar de primera mano cómo funcionaban estas estructuras en el pasado. La experiencia de caminar por la ruta de los molinos no solo es una actividad recreativa, sino también una forma de conectar con la historia y la cultura de Zeanuri.
La marcha de los molinos es un ejemplo de cómo las actividades al aire libre pueden combinarse con la educación y la preservación del patrimonio. A través de este tipo de eventos, se fomenta el interés por la historia local y se promueve un estilo de vida activo y saludable entre los participantes. Además, se crea un sentido de comunidad, ya que personas de diferentes edades y antecedentes se unen para disfrutar de la naturaleza y aprender sobre su entorno.
En resumen, la XVIII Marcha de los Molinos en Zeanuri no solo fue una oportunidad para disfrutar de un día al aire libre, sino también una valiosa experiencia educativa que permitió a los participantes conocer más sobre la historia hidráulica de la región. La rehabilitación y apertura de estos molinos al público son pasos importantes para asegurar que las futuras generaciones puedan apreciar y aprender sobre este patrimonio cultural.