Las historias personales a menudo se desvanecen con el tiempo, pero algunas logran perdurar y resonar en la memoria colectiva. Este es el caso de la vida de Paco y Ali, quienes enfrentaron la dura realidad de la adicción a la heroína en el barrio de San Blas, Madrid, desde finales de los años 70 hasta principios de los 90. Su hija, Esther Ortega, ha decidido contar esta historia a través de su ópera prima como directora, titulada «Toda la suerte del mundo». Esta película no solo narra la experiencia de sus padres, sino que también refleja una parte significativa de la historia social de España, tocando temas de amor, lucha y redención.
La decisión de Esther de dar el salto a la dirección fue impulsada por su deseo de contar historias que a menudo quedan fuera del radar del cine convencional. En una conversación con su amiga, la actriz Marta Nieto, surgió la idea de explorar las realidades de las mujeres en el cine, especialmente aquellas que enfrentan el paso del tiempo y la falta de representación. «Siempre he tenido muy claro que mis padres me quieren un montón», dice Esther, quien a pesar de la adversidad, ha encontrado en su historia familiar una fuente de inspiración.
La película se centra en la experiencia de sus padres, quienes lucharon contra la adicción durante más de una década. Esther recuerda su infancia con dolor, observando cómo la heroína transformaba su hogar en un lugar de sufrimiento. «Vivíamos en un territorio en guerra, veía gente tirada en el suelo y pensaba ‘a ver cuántos de estos se han muerto cuando vuelva del instituto’», relata. Sin embargo, a pesar de las dificultades, Esther considera que su historia es, en última instancia, una historia de amor. La decisión de sus padres de dejar la heroína tras darse cuenta de que estaban a punto de perderla es un testimonio del poder del amor y la esperanza.
### Un Viaje de Sanación Familiar
El proceso de creación de «Toda la suerte del mundo» ha sido también una forma de terapia familiar. Esther describe cómo sus padres, que han atravesado múltiples adversidades, están utilizando esta experiencia para sanar las heridas del pasado. «Sienten mucha culpa y gratitud, y cada acción que emprendemos con respecto a la película les ayuda a perdonarse un poquito más», comparte. Este enfoque no solo les permite a ellos reconciliarse con su historia, sino que también ofrece una oportunidad para que el público comprenda la complejidad de la adicción y sus efectos en las familias.
El filme cuenta con la participación de actores destacados como Carolina Yuste y Jaime Lorente, quienes son amigos cercanos de Esther. La elección de estos actores no es casual; su cercanía personal y profesional aporta una dimensión emocional a la narrativa. La producción de la película está a cargo de AF y Match Point, y se espera que el rodaje comience en junio del próximo año, después de una pausa necesaria para que los actores se preparen físicamente para sus roles.
A medida que Esther continúa su carrera en el teatro, con proyectos como el estreno de «Violencia» de Fran Kranz en el Centro Dramático Nacional, su vida personal también florece. Su hijo, Abel, de nueve años, sigue los pasos de sus padres en el mundo de la actuación, lo que añade una capa adicional de significado a su vida familiar. Esther y su pareja, Óscar de la Fuente, celebraron su amor de una manera única, eligiendo un estilo de boda poco convencional que refleja su personalidad y su enfoque en la vida.
### Reflexiones sobre el Amor y la Vida
A lo largo de su trayectoria, Esther ha aprendido valiosas lecciones sobre el perdón y la felicidad. A sus cincuenta años, se siente más satisfecha que nunca, rodeada de amor y apoyo. «Óscar de la Fuente es la persona con el corazón más grande que he conocido», expresa, destacando la importancia de tener a alguien que la respalde en su viaje. Su enfoque en la vida es claro: busca la tranquilidad y el amor en cada aspecto de su existencia.
La historia de Esther Ortega es un poderoso recordatorio de que, incluso en medio de la adversidad, el amor puede prevalecer. Su película no solo busca contar una historia personal, sino también abrir un diálogo sobre temas que a menudo son ignorados en la sociedad. A través de su trabajo, Esther espera inspirar a otros a enfrentar sus propias luchas y encontrar la fuerza en el amor y la comunidad. La historia de Paco y Ali, aunque marcada por el dolor, se convierte en un testimonio de resiliencia y esperanza, un legado que Esther está decidida a compartir con el mundo.