La historia de Hafiza Osuly, una madre afgana de 65 años, es un reflejo de la difícil situación que enfrentan muchos refugiados en el mundo actual. Activista feminista y profesora universitaria, Hafiza tuvo que abandonar su hogar en Afganistán en 2021, cuando los talibanes retomaron el control del país. Junto a su hija T., también activista, y su sobrino Kaul, de 10 años, logró escapar y encontrar refugio en Ordis, un pequeño pueblo de Girona, España. Sin embargo, su travesía no ha sido fácil, y la lucha por la reunificación familiar continúa siendo un desafío constante.
**Desafíos de la vida en el exilio**
Desde su llegada a España, la familia ha enfrentado múltiples obstáculos. Actualmente, viven en una única habitación en un altillo, subsistiendo gracias al salario de T., quien trabaja en una fábrica, y al apoyo de diversas organizaciones. A pesar de la amabilidad de la comunidad local, la situación es precaria. Su sueño de regresar a Afganistán con toda la familia parece cada vez más lejano, especialmente porque dos de los hermanos de T. aún se encuentran en Pakistán, donde enfrentan la amenaza constante de ser deportados.
La burocracia del sistema español ha complicado aún más su situación. Hafiza solicitó la reagrupación familiar en 2021, pero después de tres años de espera, no ha recibido respuesta. “Anularon la entrevista y desde entonces no tenemos ninguna respuesta”, explica T., visiblemente frustrada. La falta de comunicación por parte de las autoridades españolas ha dejado a la familia en un estado de incertidumbre, sin saber si alguna vez podrán reunirse con sus seres queridos.
La vida en Pakistán para los hermanos de T. es extremadamente difícil. A menudo deben renovar su visado, un proceso costoso y complicado. T. relata que su hermano fue detenido en su casa y obligado a pagar un soborno solo por ser afgano. “Lo soltaron después de pagar”, dice, reflejando la desesperación que sienten muchos refugiados en el país. La posibilidad de caer en manos de los talibanes es una preocupación constante, y la familia se siente impotente ante la situación.
**El peso del activismo y la esperanza de un futuro mejor**
Hafiza ha dedicado su vida a la defensa de los derechos de las mujeres en Afganistán. Antes de huir, era una figura reconocida en su comunidad, participando en entrevistas con medios internacionales y abogando por un cambio social. Sin embargo, esta visibilidad también atrajo la atención negativa de los talibanes, quienes comenzaron a amenazar a su familia. “Siempre hablaba de mujeres, de los talibanes… Y eso nos marcó”, recuerda T. La decisión de dejar todo atrás y buscar un futuro más seguro fue dolorosa, pero necesaria.
La vida en Ordis ha sido un cambio drástico para la familia. Aunque han encontrado apoyo en la comunidad, la adaptación no ha sido fácil. T. trabaja a jornada completa, y con su sueldo apenas logran cubrir sus necesidades básicas. A veces, logran enviar pequeñas cantidades de dinero a sus hermanos en Pakistán, pero es insuficiente. “A veces enviamos algo a mis hermanos, 40 o 50 euros, pero es muy poco”, dice T., quien se siente atrapada entre la necesidad de ayudar a su familia y la lucha por sobrevivir en un nuevo país.
Hafiza lleva el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. “Mi madre se siente responsable. Dice que están sufriendo por ella”, comparte T. La angustia de no poder ayudar a sus seres queridos en Pakistán es una carga emocional que ambas mujeres llevan consigo. Sin embargo, a pesar de las dificultades, mantienen la esperanza de que algún día podrán reunirse con toda su familia.
La petición de la familia al Estado español es clara: una resolución urgente a la solicitud de asilo para sus hermanos. Cada día que pasan en Pakistán es un día más de angustia y riesgo, y la incertidumbre sobre su futuro pesa sobre ellos. “Solo queremos estar juntos”, dice Hafiza, reflejando el deseo de muchas familias separadas por conflictos y crisis humanitarias. La lucha de esta familia afgana es un recordatorio de la importancia de la solidaridad y la empatía en tiempos de crisis, y de la necesidad de que los gobiernos actúen con rapidez y compasión para ayudar a quienes más lo necesitan.