La nacionalidad es un derecho humano esencial que otorga a las personas una serie de protecciones y derechos fundamentales. Sin embargo, alrededor de 4,4 millones de personas en el mundo se encuentran en una situación de apatridia, es decir, carecen de nacionalidad. Esta situación es particularmente preocupante en Europa, donde se estima que medio millón de apátridas residen en la Unión Europea, siendo los países bálticos los más afectados. En Letonia, por ejemplo, casi el 9% de la población es considerada «no ciudadana», lo que equivale a aproximadamente 190.000 personas. En Estonia, los apátridas reciben un estatus de ciudadanía indeterminada, lo que les otorga ciertos derechos en elecciones municipales, pero no les permite participar en elecciones europeas. La raíz de esta problemática se remonta a la independencia de los países bálticos de la Unión Soviética a principios de la década de 1990, un proceso que dejó a muchos ciudadanos sin el reconocimiento que merecen.
La independencia de los países bálticos fue un momento crucial en la historia de Europa del Este. En 1991, Estonia, Letonia y Lituania lograron liberarse del dominio soviético, pero no sin consecuencias. La disolución de la Unión Soviética, que Vladímir Putin describió como «la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX», dejó a 25 millones de personas sin nacionalidad en sus propios países. En el caso de los países bálticos, la independencia fue reconocida por la propia URSS en septiembre de 1991, pero aquellos que no podían demostrar su residencia en el país antes de la anexión soviética de 1940 no obtuvieron la nacionalidad, ni tampoco sus descendientes. Esto ha llevado a una situación en la que muchos ciudadanos rusos que viven en estos países se encuentran en un limbo legal, sin acceso a los derechos que deberían tener como residentes.
**El Impacto de la Barrera Lingüística en la Ciudadanía**
Uno de los principales obstáculos que enfrentan los apátridas en los países bálticos es la barrera lingüística. En Letonia, por ejemplo, los solicitantes de nacionalidad deben aprobar un examen sobre la historia del país y demostrar competencia en el idioma letón, además de jurar la Constitución y recitar el himno nacional. En Estonia, la situación es similar, y la mayoría de los apátridas son rusófonos, lo que complica aún más su acceso a la ciudadanía. A pesar de estos desafíos, el número de apátridas ha disminuido en los últimos años, gracias a factores como la migración y el recambio generacional. Sin embargo, la falta de un marco legal claro y la presión de la Unión Europea para regularizar la situación de estas personas han dejado a muchos en una situación precaria.
Desde la invasión de Ucrania en 2022, el sentimiento antirruso ha aumentado en los países bálticos, lo que ha exacerbado la discriminación hacia los apátridas. A pesar de que la situación ha mejorado en algunos aspectos, como el aumento de matrimonios mixtos entre ciudadanos rusófonos y bálticos, la xenofobia sigue siendo un problema. Historiadores como Mariano López de Miguel destacan que, aunque la discriminación ha disminuido, persiste un ambiente hostil hacia los rusófonos, quienes a menudo son vistos como responsables de las tensiones geopolíticas en la región.
**El Futuro de los Apátridas en Europa del Este**
La situación de los apátridas en los países bálticos es un reflejo de las tensiones históricas y políticas que han marcado la región. A medida que estos países continúan fortaleciendo su identidad nacional y adoptando políticas más restrictivas, es probable que la situación de los apátridas se vuelva aún más complicada. La frontera terrestre entre Rusia y Lituania a través del enclave de Kaliningrado añade una capa adicional de complejidad a las relaciones entre estos países y el Kremlin. La discriminación hacia la población rusa podría tensar aún más estas relaciones, lo que podría tener repercusiones en la estabilidad de la región.
A medida que la Unión Europea enfrenta desafíos internos y externos, la cuestión de la apatridia en los países bálticos debe ser abordada con urgencia. La falta de acción podría perpetuar un ciclo de exclusión y discriminación que afecta a miles de personas. La historia de los países bálticos es un recordatorio de la importancia de la inclusión y el reconocimiento de los derechos de todos los ciudadanos, independientemente de su origen étnico o lingüístico. La lucha por la nacionalidad y los derechos civiles es un tema que no solo afecta a los apátridas, sino que también plantea preguntas fundamentales sobre la identidad y la cohesión social en Europa.