La reciente escalada bélica entre India y Pakistán ha puesto de nuevo en el centro de atención un conflicto que se remonta a más de siete décadas. Este enfrentamiento, que ha cobrado una nueva dimensión tras el asesinato de veintiséis turistas hindúes en Cachemira, revela no solo una lucha territorial, sino también profundas raíces ideológicas y religiosas que han moldeado la identidad de ambas naciones desde su independencia en 1947.
### La dimensión territorial y su trasfondo ideológico
Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, la disputa entre India y Pakistán ha girado en torno a la soberanía de la región de Cachemira. Este territorio, de gran importancia estratégica y simbólica, ha sido objeto de múltiples enfrentamientos y negociaciones fallidas. Sin embargo, la raíz del conflicto no se limita a la mera cuestión territorial. La construcción nacional en ambos países ha estado profundamente influenciada por la religión, que ha sido utilizada como un instrumento para definir identidades nacionales.
La historia de la India colonial, tal como la expone el historiador James Mill, sugiere que desde tiempos antiguos existieron dos naciones en la región: una hindú y otra musulmana. Esta idea, aunque cuestionada por historiadores contemporáneos, ha sido adoptada por ciertos sectores políticos en India y Pakistán, contribuyendo a la polarización de las identidades nacionales. La noción de que el islam indio constituye una nación diferenciada fue asumida por líderes musulmanes como Muhammad Ali Jinnah, quien fundó Pakistán sobre esta premisa.
Por otro lado, el hinduismo, con su diversidad de creencias y prácticas, ha complicado la construcción de una identidad hindú unificada. Gandhi, uno de los líderes más influyentes del movimiento de independencia, propuso una visión ecuménica que trascendiera las divisiones religiosas. Sin embargo, a medida que se acercaba la independencia, las tensiones entre las diferentes identidades religiosas comenzaron a intensificarse, lo que llevó a una fragmentación de la idea de una India unida.
### La influencia de las ideologías políticas en la construcción nacional
La independencia de India y Pakistán no solo marcó el fin del dominio colonial británico, sino que también dio paso a una lucha por definir el futuro de ambas naciones. Jawaharlal Nehru, primer primer ministro de India, abogó por una India secular y constitucional, donde todos los ciudadanos, independientemente de su religión, tuvieran derechos iguales. Esta visión se materializó en la redacción de la Constitución india, que fue influenciada por Bhimrao Ambedkar, un líder de los intocables que defendió la abolición de las castas y la inclusión de todos los ciudadanos en la nueva nación.
Sin embargo, la hegemonía del Partido del Congreso y la visión de Nehru no lograron erradicar el nacionalismo hindú, que encontró en la ideología de Vinaiak Savarkar un nuevo impulso. La hindutva, que identifica la idea de India con el hinduismo, comenzó a ganar terreno, especialmente a partir de la década de 1990, cuando el Bharatiya Janata Party (BJP), un partido político que surgió de la ideología hindutva, comenzó a ascender al poder.
La llegada de Narendra Modi al poder en 2014 marcó un punto de inflexión en la política india. Su gobierno ha buscado implementar una agenda nacionalista que desafía los principios seculares establecidos por Nehru y Ambedkar. La derogación del artículo 370 de la Constitución, que otorgaba autonomía a Cachemira, es un ejemplo claro de cómo la política actual está reconfigurando la relación entre las identidades religiosas y la nación.
La escalada de violencia y los atentados recientes han puesto de manifiesto que las tensiones entre India y Pakistán no solo son el resultado de disputas territoriales, sino que también están alimentadas por ideologías que buscan consolidar identidades nacionales en un contexto de creciente polarización. La historia de ambos países, marcada por la violencia y la división, continúa influyendo en su presente y futuro, dejando en el aire la pregunta de cómo se podrá alcanzar una paz duradera en una región donde las heridas del pasado siguen abiertas.