El reciente incendio forestal en el macizo de las Corbières, ubicado entre Narbona y Carcasona, ha marcado un hito en la historia de los desastres naturales en Francia. Este evento, que se ha convertido en el más extenso desde 1949, ha devastado un área de 17.000 hectáreas, de las cuales 13.000 han sido consumidas por las llamas. La magnitud de este desastre ha llevado a las autoridades a actualizar las cifras de daños, que incluyen la pérdida de una vida y una veintena de heridos, así como la destrucción de 25 viviendas y 35 vehículos. A pesar de la gravedad de la situación, se ha confirmado que tres personas que estaban desaparecidas han sido encontradas sanas y salvas.
El incendio comenzó poco después de las cuatro de la tarde del martes y se propagó a una velocidad alarmante, quemando hasta 1.000 hectáreas por hora. Este fenómeno ha sido calificado como el más destructivo del siglo XXI y el peor desde el gran incendio de 1949, que arrasó 50.000 hectáreas en el sur de Burdeos. Para poner en perspectiva la magnitud de este desastre, el área afectada es equivalente a 1,7 veces la extensión de las ciudades de París o Barcelona.
Las condiciones meteorológicas han jugado un papel crucial en la evolución del incendio. Sin embargo, el peligro persiste, ya que el viento podría complicar aún más las labores de extinción. Los bomberos, que han estado trabajando incansablemente, han logrado reducir la intensidad del fuego durante la noche, lo que les da esperanzas de poder controlar la situación a lo largo del día. Más de 2.000 bomberos y 600 vehículos han sido desplegados en la lucha contra las llamas, junto con 18 medios aéreos, incluidos aviones y helicópteros. Este jueves, se espera la llegada de refuerzos en forma de helicópteros militares.
La respuesta del gobierno ha sido inmediata. El primer ministro, François Bayrou, y el ministro del Interior, Bruno Retailleau, visitaron las áreas más afectadas para evaluar los daños y expresar su solidaridad con los afectados. Durante su visita, se discutieron las necesidades urgentes de ayuda, especialmente para los agricultores que han perdido 600 hectáreas de viñedos. Bayrou ha señalado que este desastre podría servir como un laboratorio para futuras estrategias de prevención, vinculando la tragedia al cambio climático y la necesidad de replantear la vegetación y los cultivos en la región.
### La Falta de Recursos y el Debate sobre la Prevención
Uno de los temas que ha surgido a raíz de este incendio es la falta de recursos, especialmente en lo que respecta a la flota aérea de extinción de incendios. Francia ha estado lidiando con un déficit de aviones de extinción durante años. Los aviones disponibles son antiguos y, aunque se han hecho pedidos de nuevos aparatos, la entrega de estos se retrasará. La situación se complica aún más por la decisión del fabricante canadiense Bombardier de cesar la producción de los Canadair en 2015, lo que ha dejado a Francia con una flota envejecida y poco efectiva.
El diputado del Reagrupamiento Nacional, Sébastien Chenu, ha criticado al gobierno por la reducción de presupuestos y la falta de acción en la renovación de la flota de aviones de extinción. La nueva compañía encargada de la producción de aviones modernos, Viking Air, ha comenzado a relanzar el programa, pero se estima que los nuevos modelos costarán más de 60 millones de euros cada uno y tardarán tiempo en estar operativos.
A pesar de la gravedad de la situación, las autoridades no han solicitado ayuda internacional, a pesar de que otros países de la Unión Europea, incluida España, se han ofrecido a enviar aviones para ayudar en la extinción. Un portavoz de la protección civil ha explicado que, a partir de un cierto número de aviones, la gestión de los vuelos y el aprovisionamiento de agua se vuelve complicada, lo que limita la eficacia de la respuesta.
La magnitud de este incendio ha llevado a las autoridades a recordar que se enfrenta al segundo fuego más importante de los últimos 50 años. Desde 1976, solo otro incendio en 2022 había superado el umbral de las 10.000 hectáreas. En el verano de 2022, dos grandes incendios en el sur de Burdeos quemaron un total de 30.000 hectáreas, lo que pone de manifiesto la creciente frecuencia y severidad de estos desastres naturales en Francia. En total, este año se han quemado 72.000 hectáreas de monte, seis veces más que la media de años anteriores. La situación actual plantea serias preguntas sobre la preparación y la capacidad de respuesta del país ante estos desastres, así como la necesidad urgente de una estrategia de prevención más efectiva.