La inmigración ha sido un pilar fundamental en el crecimiento de la economía española en los últimos años, pero recientes informes sugieren que este fenómeno está experimentando una desaceleración. La principal razón detrás de esta tendencia es la dificultad para acceder a vivienda, un problema que se ha intensificado en el contexto actual. Según las previsiones económicas de una entidad especializada, se estima que la población activa extranjera aumentará en 875,000 personas entre 2025 y 2027, lo que representa una disminución del 19% en comparación con el trienio anterior, donde se registró un incremento de 1,080,000. Esta disminución se debe, en parte, a que el periodo anterior coincidió con la recuperación post-pandemia, cuando la movilidad se reactivó tras un largo periodo de restricciones.
La falta de vivienda no solo afecta la llegada de inmigrantes, sino que también tiene repercusiones en el consumo privado. La elevada tasa de ahorro entre los ciudadanos se debe a la necesidad de acumular fondos para la compra de una vivienda, lo que limita el gasto inmediato y, por ende, el crecimiento económico. Este fenómeno se traduce en un consumo más bajo del que podría esperarse si los ahorros se destinaran a la compra de bienes y servicios.
A pesar de la crisis habitacional, hay un dato alentador: la inversión en construcción está proyectada para crecer un 4.1% en el presente año. Sin embargo, este aumento es considerado insuficiente para cerrar la brecha habitacional, que se estima en alrededor de medio millón de viviendas. El director de coyuntura de la entidad mencionada ha señalado que la reactivación del sector de la construcción no comenzará a mitigar el déficit habitacional hasta 2026, lo que plantea un desafío significativo para el futuro cercano.
En términos de crecimiento económico, las previsiones son optimistas. Se ha revisado al alza la proyección del PIB para este año, situándola en un 2.9%. Esta revisión se basa en correcciones positivas realizadas por el Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre los crecimientos de trimestres anteriores, así como en un impacto menor de lo esperado de los aranceles impuestos por la administración anterior de Estados Unidos. Para el año 2026, se espera un crecimiento del 1.9%, impulsado principalmente por una demanda interna robusta, que se ha visto favorecida por el consumo privado, el cual ha comenzado a reemplazar el consumo de las administraciones públicas como motor del PIB.
Sin embargo, la inversión sigue siendo un punto débil en la economía. La inversión empresarial se mantiene en niveles bajos, en contraste con la inversión pública, que se ha beneficiado de los fondos europeos. Las empresas parecen estar más enfocadas en reducir su deuda que en realizar nuevas inversiones. Este enfoque ha llevado a que la deuda empresarial haya alcanzado mínimos históricos en lo que va del siglo, lo que podría tener implicaciones a largo plazo para el crecimiento económico y la creación de empleo.
La situación actual plantea un dilema para la economía española. Por un lado, la inmigración ha sido un factor clave en el crecimiento y la diversificación del mercado laboral. Por otro lado, la crisis de la vivienda está limitando la capacidad de atraer y retener a trabajadores extranjeros, lo que podría afectar la competitividad del país en el futuro. La necesidad de abordar la crisis habitacional se vuelve cada vez más urgente, no solo para facilitar la llegada de nuevos inmigrantes, sino también para estimular el consumo y, por ende, el crecimiento económico.
En resumen, la interrelación entre la inmigración, la crisis de la vivienda y el crecimiento económico es compleja y multifacética. La falta de acceso a vivienda asequible está frenando la llegada de trabajadores extranjeros y limitando el consumo privado, lo que a su vez afecta el crecimiento del PIB. A medida que se avanza hacia el futuro, será crucial implementar políticas que aborden la crisis habitacional y fomenten un entorno propicio para la inversión y el crecimiento sostenible. Solo así se podrá garantizar que la economía española continúe en una trayectoria de crecimiento, beneficiándose de la diversidad y el dinamismo que la inmigración puede aportar.