La reciente guerra comercial y los cambios en la política exterior de Estados Unidos han llevado a España a replantear sus estrategias de exportación. Con un total de 18.200 millones de euros en ventas hacia el país norteamericano en 2024, la dependencia comercial de España con EE.UU. es notable, aunque representa solo el 4,7% del total de sus exportaciones. Sin embargo, la importancia de este mercado radica en su gran potencial de consumo, dado que cuenta con una población de 340 millones de personas con un nivel de ingresos medio-alto.
La situación actual obliga a las empresas españolas a buscar alternativas en mercados emergentes, especialmente en Asia y América Latina. El Instituto Español de Comercio Exterior (ICEX) está liderando esta transición, ofreciendo apoyo a las empresas para que puedan adaptarse a nuevas regulaciones, encontrar socios locales y establecer canales de distribución adecuados. Este proceso, aunque necesario, no es inmediato y requiere de un análisis profundo y una planificación estratégica.
Las empresas españolas, en su mayoría pequeñas y medianas, suelen encontrar más fácil aumentar sus ventas en mercados donde ya están presentes. Sin embargo, los expertos advierten que es crucial diversificar y explorar nuevos mercados para mitigar la incertidumbre que genera la política comercial de EE.UU. A medio plazo, se espera que la situación actual no sea sostenible y que eventualmente se reabran las puertas del mercado estadounidense, lo que hace que no sea prudente abandonarlo por completo.
Entre los sectores más expuestos a los cambios en la política comercial estadounidense se encuentran los productos químicos, maquinaria, bienes de equipo y aceites. Estos sectores representan aproximadamente el 67% de las exportaciones españolas hacia EE.UU. En particular, las grasas y aceites, así como artículos de joyería y relojería, son productos que han mostrado un crecimiento significativo en este mercado.
A pesar de la importancia de EE.UU., la Unión Europea sigue siendo el principal socio comercial de España, representando más del 70% de sus exportaciones. Sin embargo, los expertos señalan que el crecimiento en este bloque es limitado debido a su madurez. Por ello, se están explorando nuevas oportunidades en América Latina, donde el idioma y los lazos históricos facilitan la entrada a mercados como México, Colombia y Brasil. El acuerdo UE-Mercosur, por ejemplo, podría incrementar las exportaciones de productos como el vino y el aceite de oliva en un 40% a 50%.
Asia también se perfila como un mercado atractivo, con países como China, Indonesia y Vietnam mostrando un gran potencial de crecimiento. A pesar de que las exportaciones a estos países son aún limitadas, la demanda en el sudeste asiático está en aumento, con un crecimiento anual del 4% al 5%. Japón y Corea del Sur, aunque con un menor porcentaje de exportaciones, son mercados con alto poder adquisitivo que valoran los productos españoles de calidad.
Además, Oriente Medio, con países como Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí, representa una oportunidad clara para sectores como el lujo y la alimentación gourmet. La excelencia técnica de los productos españoles es bien valorada en esta región, lo que abre nuevas puertas para la exportación.
Marruecos también se está consolidando como un socio comercial interesante, convirtiéndose en una extensión industrial del sur de Europa. Por otro lado, India, con su vasta población y clase media en expansión, se presenta como una de las grandes apuestas para las empresas españolas, que aún tienen una presencia testimonial en este mercado.
Finalmente, Canadá y Australia son otros destinos que, aunque poco explorados, ofrecen un entorno favorable para las empresas españolas, gracias a su estabilidad política y apertura comercial. En particular, Canadá proporciona acceso preferencial a otros mercados a través de acuerdos como el CETA.
En resumen, la situación actual exige a las empresas españolas adaptarse y diversificar sus mercados de exportación, buscando nuevas oportunidades en regiones con alto potencial de crecimiento. La estrategia a seguir no solo debe centrarse en la recuperación de mercados tradicionales, sino también en la exploración de nuevas fronteras comerciales que aseguren un futuro sostenible para las exportaciones españolas.