El funeral del Papa Francisco se llevó a cabo en la emblemática plaza de San Pedro del Vaticano, donde miles de fieles y dignatarios de todo el mundo se reunieron para rendir homenaje al Pontífice. Este evento, que tuvo lugar el 26 de abril de 2025, fue un momento de profunda reflexión y despedida, marcado por la presencia de alrededor de cincuenta jefes de Estado y diez reyes, quienes se unieron a la multitud para dar su último adiós.
La ceremonia fue oficiada por Giovanni Battista Re, decano del colegio cardenalicio, quien pronunció una emotiva homilía recordando la vida y legado de Francisco. En su discurso, Re citó las palabras del Papa sobre la guerra, enfatizando su visión de un mundo en paz: «Porque la guerra es sólo muerte de personas, destrucción de casas, hospitales y escuelas. La guerra siempre deja al mundo peor que antes, para todos es siempre una derrota dolorosa y trágica». Estas palabras resonaron profundamente en un contexto global marcado por conflictos y divisiones.
La figura de Francisco fue recordada como un líder cercano a la gente, comprometido con los más desfavorecidos y un defensor incansable de la paz. Re destacó su famosa exhortación a «construir puentes y no muros», un mensaje que el Papa repitió a lo largo de su pontificado. La ceremonia no solo fue un tributo a su vida, sino también un llamado a continuar su legado de amor y compasión hacia los demás.
Entre los asistentes se encontraba Julian Assange, quien llegó acompañado de su familia para expresar su gratitud al Papa por su apoyo durante su difícil situación. Assange había tenido la oportunidad de reunirse con Francisco en 2023, y su presencia en el funeral subrayó la conexión personal que muchos sentían con el Pontífice.
El ambiente en la plaza de San Pedro fue sobrecogedor, con imágenes aéreas mostrando a miles de fieles congregados para rendir homenaje. La Santa Sede estimó que más de 150,000 personas asistieron al evento, con un flujo continuo de fieles que llegaban desde temprano en la mañana para asegurarse un lugar cercano a la basílica.
Durante la misa, se llevaron a cabo momentos significativos, como el intercambio de la paz entre los líderes mundiales presentes. Este gesto simbólico fue un recordatorio del deseo de unidad que Francisco promovió durante su vida. Entre los asistentes se encontraban figuras como Donald Trump y el rey Felipe VI de España, quienes se saludaron en un acto que reflejaba la importancia del evento.
La participación de organizaciones no gubernamentales también fue notable. Delegaciones de ONG dedicadas al rescate de migrantes, como Mediterránea y Open Arms, estuvieron presentes, simbolizando el compromiso del Papa con los derechos humanos y la dignidad de los migrantes. La comunidad de San Egidio, que había trabajado estrechamente con Francisco, también estuvo representada, llevando consigo a personas que habían sido tocadas por su ministerio.
Los jóvenes, en particular, se sintieron inspirados por la figura del Papa. Muchos de ellos, que habían participado en el Jubileo, expresaron su cercanía con Francisco y su deseo de agradecerle por su mensaje de esperanza y amor. Uno de ellos comentó: «Sentía muy cerca todo lo que decía, sobre todo cuando hablaba de nosotros, los jóvenes».
A medida que la ceremonia avanzaba, se llevaron a cabo rituales tradicionales, incluida la Ultima commendactio, donde se pidió a Dios que acogiera el alma de Francisco. El cardenal Re también recordó la fuerte personalidad del Papa, quien siempre mantuvo un contacto directo con las personas y se dedicó a los marginados.
El funeral culminó con la promesa de que el sepulcro de Francisco en la basílica de Santa María la Mayor estaría abierto para ser visitado al día siguiente, permitiendo que los fieles continúen rindiendo homenaje a un Papa que dejó una huella indeleble en la Iglesia y en el mundo. La última oración del servicio fue un recordatorio de que la vida de Francisco no termina en la tumba, sino que continúa en la memoria y el corazón de aquellos a quienes tocó con su amor y su mensaje de paz.