La evolución del salario mínimo interprofesional (SMI) en España ha sido un tema de gran relevancia desde que Pedro Sánchez asumió la presidencia del gobierno. En 2018, el SMI se situaba en 735,9 euros al mes, y tras varias subidas, actualmente alcanza los 1.184 euros. Esta cifra representa un aumento del 33% en términos de poder adquisitivo, un logro que ha sorprendido a muchos, especialmente a los economistas más conservadores, quienes predecían que un incremento de este tipo podría tener efectos negativos en el mercado laboral. Sin embargo, la realidad ha demostrado lo contrario: durante este periodo se han creado 2,6 millones de nuevos empleos y la tasa de desempleo ha disminuido en 4 puntos porcentuales.
A pesar de estos avances, el SMI en España sigue siendo considerado bajo. Actualmente, representa solo el 21% de la productividad media del trabajo, medida a través del cociente entre el PIB y el número de ocupados. Para poner esto en perspectiva, en países como el Reino Unido y Alemania, el SMI equivale al 25% de la productividad, lo que indica que aún hay un largo camino por recorrer para alcanzar estándares más equitativos. Durante el régimen franquista, el SMI también se situaba en un 25%, lo que plantea interrogantes sobre el progreso real en este ámbito.
### La Necesidad de Aumentar el Salario Mínimo
Existen varios argumentos que respaldan la necesidad de seguir incrementando el SMI, incluso por encima de la inflación. En primer lugar, muchos empresarios en diversos sectores están enfrentando dificultades para encontrar trabajadores, lo que sugiere que tienen la capacidad de ofrecer salarios más altos. Esta escasez de mano de obra puede ser vista como una oportunidad para mejorar las condiciones salariales, lo que a su vez podría atraer a más trabajadores al mercado laboral.
En segundo lugar, España se ha convertido en un destino atractivo para la inmigración, lo que ha generado una presión adicional sobre los servicios públicos y el mercado de la vivienda. Aumentar el SMI podría ser una estrategia efectiva para regular la llegada de inmigrantes menos calificados, al ofrecer salarios más competitivos que podrían disuadir a aquellos que buscan empleo en el país.
El tercer argumento, y quizás el más crucial, es que los empresarios españoles deben recibir un mensaje claro sobre la necesidad de aumentar la productividad. La economía española ha estado históricamente marcada por una dependencia de la mano de obra barata, un modelo que se ha demostrado insostenible a largo plazo. Aumentar el SMI podría ser un paso hacia un cambio de paradigma que incentive a las empresas a invertir en productividad y en la formación de sus empleados, en lugar de depender de salarios bajos.
### La Reducción de la Jornada Laboral: Un Debate Controversial
A pesar de los argumentos a favor de un aumento del SMI, la vicepresidenta Yolanda Díaz ha centrado su atención en la reducción de la jornada laboral, una propuesta que ha generado controversia. Si bien la reducción de la jornada ha sido un logro histórico del sindicalismo, su implementación en España ha sido problemática, especialmente dado que la productividad no ha mostrado mejoras significativas en las últimas tres décadas.
La razón por la que la vicepresidenta debería priorizar el aumento del SMI sobre la reducción de la jornada es principalmente práctica. El aumento del SMI puede ser implementado a través de un decreto gubernamental, mientras que la reducción de la jornada requeriría un proyecto de ley que probablemente enfrentaría obstáculos en las Cortes. Esto significa que, en términos de viabilidad política, el aumento del SMI es una opción más accesible y directa.
Además, es importante recordar que los cambios en el ámbito laboral no dependen únicamente de la buena voluntad de los líderes políticos. La historia del socialismo ha enseñado que las reformas deben ser factibles dentro del contexto económico y social de cada momento. Por lo tanto, la estrategia de la vicepresidenta debería centrarse en medidas que sean efectivas y que puedan ser implementadas sin mayores complicaciones.
En resumen, la evolución del SMI en España ha sido notable, pero aún queda mucho por hacer. Aumentar el salario mínimo no solo beneficiaría a los trabajadores, sino que también podría tener un impacto positivo en la economía en su conjunto, fomentando un crecimiento más sostenible y equitativo. La discusión sobre la reducción de la jornada laboral, aunque relevante, debería ser considerada en un contexto más amplio que incluya la necesidad de mejorar la productividad y las condiciones laborales en el país.