Carlos Garaikoetxea, nacido en Pamplona en 1938, se ha convertido en una figura emblemática en la historia política del País Vasco. Este 15 de junio de 2025, se conmemoran 45 años desde su toma de posesión como el primer lehendakari del autogobierno vasco, un momento crucial que marcó el inicio de una nueva era para la comunidad autónoma. En un homenaje oficial que se llevará a cabo en el Palacio de Ajuria Enea, el actual lehendakari, Imanol Pradales, reconocerá su contribución a la política vasca y su compromiso con Euskadi.
Garaikoetxea asumió la presidencia del preautonómico Consejo General del País Vasco, sucediendo al socialista Ramón Rubial. Su liderazgo fue fundamental en la negociación del Estatuto de Gernika con el entonces presidente del Gobierno español, Adolfo Suárez. Este acuerdo no solo estableció las bases del autogobierno vasco, sino que también se dio en un contexto de transición política en España, marcado por la incertidumbre y la violencia del terrorismo de ETA. En un país que enfrentaba una crisis industrial y un alto desempleo, el Estatuto se convirtió en un pilar para la recuperación económica y social de Euskadi.
### La Institucionalización del Autogobierno Vasco
La elección de Garaikoetxea como lehendakari el 9 de marzo de 1980 fue un hito en la historia del País Vasco. Con el apoyo del PNV, que obtuvo el 38,1% de los votos, su gobierno se centró en la institucionalización del autogobierno. Durante su primer mandato, se logró la recuperación del Concierto Económico, un instrumento esencial para la sostenibilidad del autogobierno. Además, se establecieron instituciones clave como Osakidetza, el sistema de salud vasco, EiTB, la radiotelevisión pública, y la Ertzaintza, la policía autonómica.
El 26 de febrero de 1984, Garaikoetxea fue reelegido en un contexto de creciente apoyo popular, logrando el 42,01% de los votos. Sin embargo, su mandato no estuvo exento de desafíos. Las tensiones internas dentro del PNV comenzaron a surgir, especialmente en relación con la Ley de Territorios Históricos, que buscaba definir las competencias entre las diputaciones forales y el Gobierno Vasco. Estas discrepancias culminaron en una crisis que afectó su liderazgo y la cohesión del partido.
Garaikoetxea, consciente de las dificultades, expresó en varias ocasiones que su entorno político se asemejaba a un «campo de minas», donde las deslealtades y las luchas internas amenazaban su gestión. A pesar de su compromiso con el autogobierno, la situación se volvió insostenible, lo que lo llevó a renunciar en enero de 1985, siendo sustituido por José Antonio Ardanza.
### La Escisión y el Nacimiento de Eusko Abertzaleak
La renuncia de Garaikoetxea marcó el inicio de una nueva etapa en la política vasca. Las tensiones internas en el PNV continuaron, lo que llevó a la creación de un nuevo partido, Eusko Abertzaleak (EA), en 1986. Garaikoetxea y su grupo más cercano decidieron escindirse del PNV, buscando un espacio político que reflejara sus ideales y aspiraciones. En las elecciones de noviembre de 1986, Garaikoetxea lideró la candidatura de EA, obteniendo 181.175 votos, lo que representó el 15,84% de los sufragios.
A pesar de las diferencias que llevaron a la escisión, Garaikoetxea siempre ha sostenido que las divisiones eran más personales y territoriales que ideológicas. EA se presentó como un partido socialdemócrata e independentista, buscando una renovación en la política vasca. Sin embargo, a lo largo de los años, el partido experimentó un declive en su apoyo electoral, reflejando los desafíos de mantener una identidad política coherente en un entorno cambiante.
Garaikoetxea continuó su carrera política como portavoz de EA en el Parlamento Vasco hasta 2001, cuando decidió retirarse de la política activa. Su legado, sin embargo, perdura en la memoria colectiva del País Vasco. A pesar de las dificultades y las divisiones que enfrentó, su visión del autogobierno ha sido reconocida como un acierto en un momento crítico para la comunidad.
Hoy, a 45 años de su toma de posesión, el homenaje a Garaikoetxea no solo celebra su papel como lehendakari, sino que también recuerda la importancia del Estatuto de Gernika como un hito en la historia del autogobierno vasco. Su historia es un recordatorio de que, a pesar de los desafíos, la búsqueda de un futuro autónomo y próspero para Euskadi sigue siendo una aspiración compartida por muchos.