El 24 de abril de 2024, Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, hizo su entrada en el Congreso de los Diputados con una expresión que reflejaba la tensión de los momentos que se avecinaban. Esa madrugada, había recibido la noticia de que el Juzgado de Instrucción número 41 de Madrid había decidido atender una denuncia presentada por el sindicato de ultraderecha Manos Limpias contra su esposa, Begoña Gómez. Esta denuncia surgió a raíz de informaciones que cuestionaban las relaciones de Gómez con varias empresas que habían recibido contratos públicos del Gobierno. Este hecho no solo generó un revuelo mediático, sino que también puso a Sánchez en una posición delicada, obligándolo a abordar el tema en la sesión de control del Congreso, a pesar de que no era un asunto que el Partido Popular hubiera sacado a colación.
La situación se tornó aún más crítica cuando, en un giro inesperado, Sánchez decidió retirarse durante cinco días para reflexionar sobre su futuro político. Esta decisión, que tomó sin consultar a los miembros más cercanos de su gabinete, provocó una ola de incertidumbre dentro del PSOE. Muchos miembros del partido se sintieron desorientados al ver que su líder optaba por un retiro en un momento tan crucial, lo que llevó a especulaciones sobre su capacidad para seguir al frente del Gobierno. Durante esos días, la tensión se palpaba en el ambiente político, y la falta de comunicación de Sánchez con su equipo generó un clima de inquietud.
La respuesta interna del PSOE fue notable. En un comité federal que se había convocado para aprobar las listas de las elecciones europeas, los miembros del partido se unieron en un acto de apoyo a Sánchez, implorándole que no renunciara. La vicepresidenta María Jesús Montero y otros altos funcionarios del partido expresaron su deseo de que el presidente continuara liderando, argumentando que su salida solo beneficiaría al Partido Popular. Este episodio se convirtió en un momento emblemático en la historia reciente del PSOE, donde la lealtad hacia Sánchez se puso a prueba en medio de una crisis de liderazgo.
A medida que Sánchez emergía de su retiro, su mensaje fue claro: no solo se quedaría al frente del Gobierno, sino que también se comprometía a trabajar por la «regeneración democrática» de España. Sin embargo, las acciones posteriores a su declaración no reflejaron la ambición de cambio que había prometido. En el ámbito orgánico del partido, Sánchez tomó decisiones estratégicas para consolidar su poder, colocando a sus ministros más cercanos al frente de varias federaciones del PSOE, mientras que se deshacía de aquellos que consideraba obstáculos para su liderazgo. Este movimiento fue interpretado como un intento de fortalecer su posición, pero también generó críticas sobre la falta de apertura y pluralidad dentro del partido.
Las tensiones entre el Gobierno y el sistema judicial también se intensificaron durante este periodo. A pesar de que se había logrado desbloquear la renovación del Consejo General del Poder Judicial, las decisiones del juez Juan Carlos Peinado, quien mantenía abierta la causa contra Begoña Gómez, continuaron generando fricciones. Además, otros casos judiciales, como la investigación al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, por la filtración de un correo relacionado con Isabel Díaz Ayuso, complicaron aún más la relación entre el Ejecutivo y los jueces. Estas tensiones reflejaron la fragilidad de la situación política en España y la dificultad de Sánchez para implementar su agenda de reformas.
En términos de la prometida «regeneración democrática», los resultados fueron decepcionantes. De las 31 medidas que el Gobierno había anunciado en septiembre, solo cuatro se habían materializado, y estas no requerían la aprobación del Congreso. La falta de una mayoría parlamentaria sólida se convirtió en un obstáculo significativo para la implementación de cambios sustanciales. Esto llevó a muchos a cuestionar la efectividad del liderazgo de Sánchez y su capacidad para navegar en un entorno político cada vez más complejo.
El episodio de abril de 2024 se convirtió en un punto de inflexión para el PSOE y para la figura de Pedro Sánchez. Su decisión de retirarse y la posterior respuesta del partido revelaron tanto la lealtad de sus miembros como las divisiones internas que podrían surgir en el futuro. A medida que se acercan las elecciones, la capacidad de Sánchez para mantener la cohesión dentro del PSOE y su habilidad para enfrentar los desafíos que se avecinan serán cruciales para su permanencia en el poder. La historia de esos cinco días de abril no solo marcó un momento de crisis, sino que también dejó una huella indeleble en la política española, donde el liderazgo y la confianza son más importantes que nunca.