En la última sesión de control al Gobierno, celebrada antes del receso estival, se vivió un ambiente de intensa confrontación. La oposición, liderada por el Partido Popular (PP), no escatimó en críticas y acusaciones, mientras que los miembros del Ejecutivo intentaron defender su gestión ante un torrente de reproches. Este encuentro se convirtió en un campo de batalla verbal, donde las acusaciones de corrupción y la legitimidad del Gobierno fueron los temas centrales.
La sesión comenzó con un fuerte ataque por parte de la secretaria general del PP, Cuca Gamarra, quien cuestionó a la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, sobre la supuesta corrupción que rodea al PSOE. Gamarra exigió la convocatoria de elecciones anticipadas, insinuando que el Gobierno teme a las urnas y, en particular, a la opinión de las mujeres. Montero, en respuesta, defendió la legitimidad del Ejecutivo y acusó al PP de poner en duda los resultados de las últimas elecciones, lo que, según ella, es un signo de debilidad política.
La tensión aumentó cuando la líder de Podemos, Ione Belarra, se unió al debate, desviando la atención de la corrupción hacia el aumento del gasto militar, un tema candente en el contexto de la cumbre de la OTAN. Belarra criticó al Gobierno por su aparente disposición a aumentar el gasto en defensa al 5% del PIB, un compromiso que el presidente Pedro Sánchez ha rechazado. La líder de Podemos no dudó en calificar a la OTAN como una «organización criminal» y exigió al Gobierno que se retire de esta alianza, lo que provocó una respuesta contundente de Montero, quien defendió la postura crítica del Gobierno respecto a las exigencias de la OTAN.
### La Estrategia del PP: Acusaciones y Presión Política
El Partido Popular, bajo el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo, ha adoptado una estrategia agresiva en el Parlamento, buscando cercar a los miembros del Gobierno y presionarlos sobre su supuesta complicidad en actos de corrupción. En esta sesión, el portavoz parlamentario del PP, Miguel Tellado, dirigió sus ataques hacia la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, instándola a abandonar el Gobierno para no ser cómplice de lo que él calificó como un «Gobierno corrupto». Tellado no escatimó en palabras duras, sugiriendo que la permanencia de Díaz en el Ejecutivo es un signo de su complicidad con la corrupción.
Díaz, con un tono serio, defendió la integridad de todos los ministros de su partido, Sumar, y acusó al PP de utilizarla como un instrumento para desestabilizar al Gobierno. La tensión entre ambas bancadas se intensificó, con gritos y acusaciones cruzadas que reflejaron la polarización política actual en España. La vicepresidenta también respondió a las insinuaciones sobre corrupción, defendiendo la limpieza de su equipo y acusando a Feijóo de amañar elecciones en Galicia para alcanzar el poder.
En medio de este intercambio de acusaciones, el ministro de Justicia y Presidencia, Félix Bolaños, se convirtió en el blanco de las críticas del PP. Bolaños se enfrenta a una investigación por parte del Tribunal Supremo, lo que ha añadido más leña al fuego en esta sesión de control. A pesar de las acusaciones, el ministro defendió los logros del Gobierno, destacando el crecimiento económico y las mejoras en el sistema de pensiones como ejemplos de su gestión.
### Un Debate Marcado por la Polarización
La sesión de control se caracterizó por un ambiente de polarización extrema, donde cada intervención se convirtió en una oportunidad para lanzar ataques y cuestionar la legitimidad del otro. La presidenta de la Cámara baja, Francina Armengol, tuvo que intervenir en varias ocasiones para intentar mantener el orden y moderar el tono del debate, que se tornó cada vez más bronco.
Las acusaciones de corrupción han sido un tema recurrente en la política española, y en esta sesión, el PP intentó capitalizar la situación para debilitar al Gobierno. Sin embargo, la respuesta del Ejecutivo, que se mostró firme en su defensa, sugiere que la batalla política está lejos de terminar. Con un pleno monográfico sobre corrupción programado para el 9 de julio, es probable que la tensión entre el Gobierno y la oposición continúe en aumento.
El clima de confrontación y desconfianza que se ha instaurado en el Parlamento refleja no solo la situación política actual, sino también la creciente frustración de los ciudadanos con respecto a la corrupción y la gestión del Gobierno. A medida que se acercan las elecciones, es probable que estos temas sigan siendo el centro del debate político, con cada partido buscando posicionarse favorablemente ante un electorado cada vez más exigente.