La tragedia de un atropello mortal en Cantabria ha dejado una profunda huella en la vida de Jessica Rey de Perea, quien perdió a su hermana Erika y a su sobrino Ethan hace dos años. Este suceso, que se produjo cuando un conductor ebrio embistió a las víctimas, ha desatado una serie de emociones intensas en Jessica, quien ha compartido su experiencia y el impacto que ha tenido en su vida.
Jessica recuerda con claridad el momento en que se enteró de la muerte de su hermana y su sobrino. La rabia y la impotencia la invadieron al conocer que el autor del atropello había sido advertido sobre su estado de ebriedad antes de tomar el volante. «Cuando le detuvieron al principio y luego le dejaron en libertad, le preguntaron por las muertes y dijo que habían sido daños colaterales. Eso me marcó y llevo esa frase aquí desde ese minuto. Estaba muy sereno y tranquilo. No le perdono, jamás», expresa con dolor.
El juicio posterior al accidente resultó en una condena de cinco años y nueve meses de prisión para el conductor, un hombre de 73 años que superaba el límite de velocidad y la tasa de alcohol permitida. Sin embargo, Jessica no siente que el perdón que ofreció el acusado tenga valor. «Fue un perdón sin sentimiento, cabizbajo, sin mirarte, tapándose la cara. A mí no me sirve», recalca.
La frustración de Jessica se intensifica al recordar las circunstancias del accidente. El conductor, que ya había mostrado comportamientos peligrosos al volante, ignoró las advertencias de quienes intentaron evitar que condujera. «Le intentaron quitar las llaves y le recomendaron no coger el coche porque estaba bastante tomado, pero él dijo que no. Que se iba en su coche», relata Jessica, quien enfatiza que esta decisión irresponsable tuvo consecuencias devastadoras.
«Si atropellas a alguien, matas a una familia entera», dice Jessica, reflejando el impacto que el accidente tuvo no solo en las víctimas directas, sino también en sus seres queridos. La pérdida de Erika, de 42 años, y de Ethan, de 19, ha dejado un vacío irreparable en su vida. Jessica describe cómo el conductor, al actuar de manera imprudente, no solo acabó con tres vidas, sino que también destruyó la estabilidad emocional de toda una familia.
La historia de Jessica es un recordatorio de la importancia de la responsabilidad al volante y de las consecuencias que pueden surgir de la conducción bajo los efectos del alcohol. Ella señala que el acusado ya había tenido problemas anteriores relacionados con el alcohol y la conducción, lo que agrava aún más su dolor. «Es su culpa cien por cien. Se ha llevado tres vidas por delante junto con la del perro, que hoy en día es familia. Tres personas en un mismo golpe, que se dice pronto», afirma con tristeza.
A pesar de su sufrimiento, Jessica ha encontrado la fuerza para seguir adelante. Reconoce que, aunque el dolor nunca desaparecerá por completo, tiene que aprender a vivir con él. «Llegará el día en que haga su vida», dice, aunque también expresa su frustración por la falta de información sobre el estado del conductor en prisión. «No te dicen en qué cárcel está, si ha tenido un premio o un castigo. Es como si él fuera la víctima, está protegido. ¿De qué? Si nos lo ha arrebatado todo y él está vivo, seguramente como un marqués», lamenta.
La historia de Jessica Rey de Perea es un testimonio conmovedor de la lucha de una mujer que enfrenta la pérdida de sus seres queridos a causa de la imprudencia de otro. Su relato subraya la necesidad de una mayor conciencia sobre la seguridad vial y la responsabilidad que todos tenemos al conducir. La tragedia que ha vivido no solo afecta a su familia, sino que también sirve como un llamado a la sociedad para reflexionar sobre las consecuencias de nuestras acciones y la importancia de cuidar de los demás en la carretera.