La relación entre la economía y la política es un tema recurrente en el análisis de la situación actual de muchos países. En este contexto, se observa una tendencia interesante: mientras la economía muestra signos de crecimiento, la política parece estar en un estado de confusión y debilidad. Este fenómeno, aunque paradójico, ha generado un ambiente favorable para el mundo empresarial, que se siente cada vez más libre de las restricciones impuestas por un gobierno que lucha por mantener su autoridad.
### La Economía en Ascenso
A pesar de la inestabilidad política, la economía ha logrado mantenerse en una trayectoria ascendente. Recientemente, se ha anunciado una revisión al alza del Producto Interno Bruto (PIB), que ha pasado del 2,6% al 2,7% para este año. Este crecimiento se atribuye en gran medida al aumento del consumo, impulsado por la llegada de migrantes y turistas, lo que a su vez ha generado más empleo y una mayor recaudación fiscal. Este ciclo virtuoso permite al gobierno reducir el déficit y, al mismo tiempo, mantener un nivel de consumo elevado.
El aumento en la recaudación fiscal es notable, con un incremento del 12% en los ingresos por Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), lo que se traduce en cerca de 10.000 millones de euros adicionales. Esta situación ha permitido al gobierno tener un mayor margen para crear presupuestos expansivos, lo que es crucial para satisfacer las demandas de sus socios de investidura. Sin embargo, este crecimiento también ha traído consigo un aumento de la presión fiscal, especialmente para los asalariados, debido a la falta de deflactación de la tarifa.
Además, el gobierno cuenta con cerca de 30.000 millones de euros de los fondos Next Generation que deben ser invertidos para evitar su pérdida. Esta situación ha creado un entorno de bonanza que, aunque temporal, permite al gobierno evitar la convocatoria de elecciones anticipadas. A medida que se reduce el desempleo, también disminuyen los gastos en prestaciones por desempleo, lo que contribuye a un círculo virtuoso en el que la economía sigue avanzando.
### La Desconexión Empresarial
A pesar de los buenos indicadores económicos, los empresarios parecen estar cada vez más desconectados de la política. La debilidad del gobierno y la falta de un marco claro que favorezca la economía productiva han llevado a muchos empresarios a actuar con una mayor autonomía. En este sentido, la política se ha convertido en un obstáculo más que en un facilitador del crecimiento económico.
Los empresarios se sienten cómodos en este vacío de poder, lo que les permite tomar decisiones sin la presión de un gobierno que no tiene una agenda reformista clara. Esta situación ha llevado a que, por primera vez desde 2007, se registre un superávit primario, lo que es un signo positivo en términos de sostenibilidad fiscal. Sin embargo, este superávit no parece impresionar a los empresarios, quienes continúan gestionando sus negocios al margen de las decisiones políticas.
El aumento del gasto público también es significativo. Hasta julio, el Estado ha incrementado su gasto en más de un 6%, mientras que el déficit se ha reducido en un 0,7%. Este aumento en el gasto se refleja en diversas áreas, incluyendo un incremento del 4,5% en los salarios de los empleados públicos, un crecimiento del 31% en las subvenciones y un aumento del 35% en las inversiones públicas. Además, se prevé que los gastos en defensa también aumenten, cumpliendo con el compromiso de superar el 2% del PIB en este ámbito.
Sin embargo, a pesar de estos indicadores positivos, la percepción de los empresarios es que la política no está alineada con las necesidades del sector productivo. La falta de un marco claro y estable para la economía ha llevado a muchos a adoptar una postura cautelosa, lo que podría tener repercusiones a largo plazo en la inversión y el crecimiento.
En resumen, la situación actual presenta un escenario complejo donde la economía avanza a pesar de la debilidad política. Este divorcio entre ambos mundos ha permitido a los empresarios operar con mayor libertad, pero también plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de este crecimiento en el futuro. La falta de un liderazgo político sólido y una agenda clara podría eventualmente afectar la confianza empresarial y, por ende, el crecimiento económico a largo plazo.