La reciente intervención del consejero de Seguridad del Gobierno Vasco, Bingen Zupiria, en el pleno de control del Parlamento Vasco ha reavivado un debate que ha estado presente en la sociedad vasca durante años: la colocación de carteles y pancartas que rinden homenaje a ETA y a sus militantes. Zupiria expresó su profunda incomodidad al compartir el espacio público con estas manifestaciones, señalando que es un tema que afecta no solo a la legalidad, sino también a la sensibilidad de las víctimas del terrorismo.
El consejero no dudó en manifestar su empatía hacia quienes han sufrido las consecuencias de la violencia de ETA, afirmando que es doloroso para ellos ver imágenes de quienes les causaron un daño irreparable. Esta declaración resuena con fuerza en un contexto donde la memoria histórica y el reconocimiento de las víctimas son temas de gran relevancia. Zupiria subrayó que, como responsable de la seguridad, su deber es hacer cumplir la ley y respetar los derechos de todas las personas, incluyendo el derecho a la libertad de expresión, aunque este derecho no debe ser utilizado para humillar a las víctimas.
### La Legalidad y el Enaltecimiento del Terrorismo
Uno de los puntos clave en la intervención de Zupiria fue la referencia a la jurisprudencia existente en torno al enaltecimiento del terrorismo. El consejero recordó que el Tribunal Supremo ha establecido criterios claros sobre este tema, y que la Audiencia Nacional ha aplicado estas directrices de manera reiterada. Esto implica que, aunque la libertad de expresión es un derecho fundamental, hay límites cuando se trata de glorificar actos terroristas o humillar a las víctimas.
Zupiria también mencionó un caso reciente que ilustra la complejidad de esta situación. En agosto, la Asociación Dignidad y Justicia presentó una denuncia contra la exhibición de fotografías de presos de ETA en un evento festivo en Bilbao. Sin embargo, el magistrado encargado del caso determinó que no había base legal para prohibir dicha actividad. Este tipo de decisiones judiciales pone de manifiesto la dificultad de equilibrar la libertad de expresión con el respeto a las víctimas del terrorismo.
La situación se complica aún más cuando se considera la diversidad de opiniones dentro de la sociedad vasca. Mientras que algunos sectores defienden la libertad de expresión y argumentan que los carteles son una forma de reivindicación política, otros consideran que su presencia en el espacio público es una falta de respeto hacia quienes han padecido el terrorismo. Este dilema plantea preguntas sobre cómo se debe gestionar la memoria histórica y el reconocimiento de las víctimas en un contexto democrático.
### Reacciones de la Sociedad Vasca
La intervención de Zupiria ha generado diversas reacciones en la sociedad vasca. Por un lado, muchos apoyan su postura y consideran que es necesario establecer límites claros para proteger la dignidad de las víctimas. Por otro lado, hay quienes critican la falta de acción contundente por parte del Gobierno Vasco para erradicar estas manifestaciones del espacio público.
El PNV, PSE y PP han tomado medidas concretas al aprobar una moción que busca que el Ayuntamiento de San Sebastián imponga multas a quienes coloquen pancartas a favor de ETA. Esta decisión refleja un consenso entre varios partidos políticos sobre la necesidad de actuar frente a lo que consideran una ofensa a las víctimas del terrorismo. Sin embargo, la implementación de estas medidas puede ser complicada, dado que la legalidad y la interpretación de la libertad de expresión juegan un papel crucial.
La polarización de opiniones sobre este tema también se refleja en las redes sociales y en los medios de comunicación, donde se generan debates acalorados. Algunos argumentan que la memoria de las víctimas debe ser prioritaria y que cualquier forma de enaltecimiento del terrorismo debe ser condenada. Otros, sin embargo, sostienen que la libertad de expresión es un pilar fundamental de la democracia y que prohibir estos carteles podría sentar un precedente peligroso.
En este contexto, es evidente que la cuestión de los carteles a favor de ETA no es solo un asunto legal, sino también un tema profundamente emocional que toca las fibras más sensibles de la sociedad vasca. La búsqueda de un equilibrio entre la libertad de expresión y el respeto a las víctimas del terrorismo sigue siendo un desafío que requiere un diálogo abierto y constructivo entre todos los actores involucrados. La gestión de la memoria histórica y el reconocimiento de las víctimas son esenciales para avanzar hacia una sociedad más justa y reconciliada.