La historia del Premio Nobel de la Paz está marcada por una serie de nominaciones y ganadores que han suscitado tanto admiración como controversia. Desde su creación en 1901, este galardón ha sido otorgado a figuras que han hecho contribuciones significativas a la paz mundial, pero también ha visto nominaciones de personajes cuyas acciones han sido cuestionadas. Un ejemplo notable es la candidatura de Adolf Hitler en 1939, que fue propuesta por el parlamentario sueco Erick Brandt como una forma de criticar la nominación del primer ministro británico Neville Chamberlain, quien intentaba apaciguar al dictador alemán. Aunque la nominación fue desestimada, este episodio ilustra la naturaleza polémica del proceso de selección del Nobel de la Paz.
La facilidad con la que se puede nominar a alguien para este prestigioso premio es un aspecto que genera debate. Cualquier persona que cumpla con ciertos criterios puede ser nominada, incluyendo jefes de Estado, miembros de parlamentos, académicos y antiguos laureados. Esta amplia gama de nominadores ha permitido que figuras controvertidas, como Donald Trump, reciban candidaturas. Trump ha sido nominado por varios gobiernos y congresistas republicanos, lo que ha llevado a especulaciones sobre sus posibilidades de ganar el premio, especialmente tras su papel en la mediación de acuerdos entre Israel y Hamas.
El proceso de selección del ganador es igualmente intrigante. A diferencia de otros premios que cuentan con jurados internacionales o expertos en el campo, el Nobel de la Paz es otorgado por un comité de cinco personas elegidas por el Parlamento de Noruega. Este comité, que refleja la composición política del parlamento, se reúne en el Instituto Nobel en Oslo para revisar las candidaturas. Aunque el comité busca el consenso en sus decisiones, la falta de transparencia en sus deliberaciones ha llevado a críticas sobre la imparcialidad del proceso. Las actas de las reuniones se mantienen selladas durante medio siglo, lo que dificulta el escrutinio público.
El actual comité está presidido por Jorgen Watne Frydnes, un activista de derechos humanos, y está compuesto por miembros de diferentes partidos políticos. Sin embargo, varios de ellos han expresado críticas hacia Trump, lo que podría influir en su decisión. A medida que se acerca la fecha de anuncio del ganador, el comité se enfrenta a una presión sin precedentes, con un volumen de mensajes sobre las candidaturas que Frydnes ha calificado de «excepcionalmente alto». Esto plantea la pregunta de si el contexto político actual, incluido el papel de Trump en la política internacional, afectará la elección del ganador.
El proceso de selección comienza con una revisión inicial de las candidaturas, que este año ascienden a 338. Entre febrero y marzo, el comité elabora una lista reducida de entre veinte y treinta nominados, que luego son analizados en profundidad con la ayuda de asesores externos. Este análisis exhaustivo es crucial para garantizar que el ganador sea elegido con base en méritos sólidos, aunque el secreto que rodea las deliberaciones puede generar dudas sobre la objetividad del resultado final.
El Nobel de la Paz no solo es un reconocimiento a los esfuerzos por la paz, sino que también es un reflejo de las dinámicas políticas y sociales del momento. La historia ha demostrado que el premio puede ser otorgado a figuras que, a pesar de sus acciones cuestionables, han logrado influir en el panorama internacional. Esto plantea un dilema sobre la naturaleza del premio: ¿debería ser un reconocimiento a los logros en la promoción de la paz, o debería tener en cuenta el contexto más amplio de las acciones de los nominados?
La ceremonia de entrega del premio se llevará a cabo el 10 de diciembre, coincidiendo con el aniversario de la muerte de Alfred Nobel. El ganador recibirá una medalla de oro y un premio en efectivo de aproximadamente un millón de euros. A medida que se acerca la fecha, la atención se centra no solo en quién será el ganador, sino también en cómo las decisiones del comité reflejan las complejidades del mundo actual. La historia del Nobel de la Paz es, en última instancia, un espejo de las tensiones y esperanzas de la humanidad en su búsqueda de la paz.