La iglesia San Lorenzo de Astrabadua, en Erandio, se convirtió en un lugar de encuentro para los aficionados y familiares del Arenas, quienes se reunieron para rendir homenaje a José Ángel Ortega, conocido como Kali, el utillero del club que falleció el pasado 8 de mayo. Su muerte fue consecuencia de un accidente ocurrido durante la celebración del ascenso del equipo a la Primera RFEF, un momento que debería haber sido de alegría, pero que se tornó en tragedia para todos los que conocían y apreciaban a Kali.
El acto de despedida, que tuvo lugar el día 13 de mayo, fue un evento cargado de emoción y recuerdos. La comunidad rojinegra, que durante años había visto a Kali como un pilar fundamental del club, se unió para ofrecer su apoyo a la familia en este difícil momento. La figura de Kali trascendía su rol como utillero; era un verdadero símbolo del Arenas, alguien que dedicó tres décadas de su vida al servicio del equipo y que dejó una huella imborrable en el corazón de los aficionados.
Durante la ceremonia, se compartieron anécdotas y recuerdos que reflejaban la dedicación y el amor que Kali tenía por el Arenas. Muchos de los asistentes recordaron su incansable trabajo detrás de escena, asegurándose de que todo estuviera en orden para que los jugadores pudieran rendir al máximo en el campo. Su compromiso y pasión por el fútbol eran evidentes, y su ausencia se sentirá profundamente en el club.
El accidente que le costó la vida ocurrió en un momento de celebración, lo que añade una capa de tristeza a la situación. La alegría del ascenso se vio empañada por la pérdida de un ser querido, y la comunidad del Arenas se enfrenta ahora a la difícil tarea de seguir adelante sin su presencia. Kali no solo era un utillero; era un amigo, un confidente y un apoyo constante para todos los que formaban parte del equipo.
La despedida fue un reflejo del impacto que Kali tuvo en la vida de tantas personas. Los asistentes, que abarrotaron la iglesia, compartieron su dolor y su gratitud por haber tenido la oportunidad de conocerlo. La comunidad del Arenas se unió en un acto de solidaridad, recordando no solo al utillero, sino también al ser humano que siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás.
El legado de Kali perdurará en la memoria de todos aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo. Su dedicación al Arenas y su amor por el fútbol son ejemplos de lo que significa ser parte de una comunidad. En momentos de tristeza, es importante recordar los buenos tiempos y las risas compartidas, y eso es exactamente lo que hicieron los asistentes al acto de despedida.
La familia de Kali recibió el apoyo y el cariño de todos los presentes, quienes se acercaron para ofrecer sus condolencias y compartir sus recuerdos. La comunidad del Arenas se ha unido en este momento de dolor, mostrando que, a pesar de la pérdida, el espíritu de Kali seguirá vivo en cada rincón del club.
El Arenas, que ha sido testigo de tantos momentos históricos, ahora enfrenta un nuevo capítulo marcado por la tristeza, pero también por la fortaleza de su comunidad. Kali fue más que un utillero; fue un símbolo de dedicación y amor por el deporte, y su legado perdurará en la historia del club. La comunidad rojinegra se compromete a honrar su memoria, asegurando que su espíritu siga presente en cada partido, en cada celebración y en cada desafío que el equipo enfrente en el futuro.