La crisis actual de las Naciones Unidas (ONU) plantea interrogantes sobre la viabilidad del multilateralismo en un mundo cada vez más polarizado. Durante un reciente debate en el Palau Macaya de Barcelona, el conseller de Exteriors, Jaume Duch, y el director del Cidob, Pol Morillas, discutieron el futuro de la organización en el contexto de su 80.º aniversario. La conversación, moderada por un periodista local, abordó las múltiples crisis que enfrenta la ONU y su relevancia en un entorno internacional en transformación.
La primera cuestión que surgió fue la percepción de que el multilateralismo está en crisis. Duch destacó que tanto Estados Unidos como Rusia parecen haber abandonado este enfoque, lo que plantea serias dudas sobre el papel de la ONU en la mediación de conflictos y la promoción de la paz. En este sentido, el conseller enumeró varios fenómenos en aumento, como el nacionalismo y el autoritarismo, que desafían la narrativa del fin de la historia propuesta por Francis Fukuyama en 1992, donde se proclamaba el triunfo de la democracia liberal. Según Duch, aunque el número de democracias nominales puede mantenerse, la calidad de estas democracias está en declive.
### Crisis Múltiples que Afectan a la ONU
Duch identificó tres crisis principales que están afectando la capacidad de la ONU para cumplir con su misión original. La primera es la crisis de financiación, que limita los recursos disponibles para llevar a cabo sus operaciones. La segunda es una crisis organizativa, caracterizada por la falta de transparencia y la percepción de que el personal de la ONU no actúa con la independencia necesaria. Por último, la tercera crisis se relaciona con la ineficacia del Consejo de Seguridad, que se ha vuelto poco representativo y rígido debido al poder de veto de sus cinco miembros permanentes. Esta situación recuerda a Duch la dinámica de toma de decisiones en la Unión Europea, donde las diferencias entre los estados miembros pueden paralizar la acción colectiva.
Morillas, por su parte, defendió la idea de que la ONU sigue siendo una «organización resiliente». Sin embargo, también advirtió que el mundo actual se está moviendo hacia una multipolaridad sin un verdadero multilateralismo. En este contexto, las potencias como Rusia, Estados Unidos y China ya no ven a la ONU como un ente ideal de gobernanza global. En cambio, el mundo parece estar dividido en esferas de influencia, donde el respeto por el derecho internacional y la soberanía de los estados se encuentra en peligro.
Ambos panelistas coincidieron en que la reforma de la ONU es necesaria, aunque Duch reconoció que la organización carece de las herramientas necesarias para adaptarse a los nuevos desafíos. La influencia de las potencias sobre la política internacional se ha vuelto más evidente, como lo demuestra el reciente apoyo de Estados Unidos a líderes políticos en América Latina, condicionado a resultados electorales. Esta dinámica se asemeja a un «patio de colegio», donde la fuerza prevalece sobre el diálogo y la diplomacia.
### La Necesidad de un Nuevo Enfoque
En medio de este panorama desalentador, Miquel Roca, presidente de Amics del País, enfatizó la importancia de que prevalezca la palabra sobre la fuerza. La idea de que la libertad debe triunfar sobre el totalitarismo es fundamental para el futuro de la ONU y del orden internacional. Duch, aunque realista, ofreció un mensaje de esperanza al afirmar que los principios de la ONU siguen siendo tan relevantes hoy como lo fueron en 1945, cuando se fundó la organización.
El conseller propuso dos enfoques para abordar el futuro de la ONU. Primero, citó uno de los propósitos fundamentales de la Carta de las Naciones Unidas: «Preservar a las generaciones futuras del flagelo de la guerra». Esta declaración invita a una reflexión profunda sobre cómo la comunidad internacional puede trabajar para evitar conflictos y promover la paz. En segundo lugar, recordó las palabras del exsecretario general de la ONU, Dag Hammarskjöld, quien afirmó que la organización no fue creada para llevar a la humanidad al cielo, sino para evitar su caída al infierno. Esta perspectiva subraya la necesidad de un enfoque pragmático y realista en la búsqueda de soluciones a los problemas globales.
A medida que el mundo se enfrenta a desafíos sin precedentes, la ONU debe encontrar formas de adaptarse y evolucionar. La crisis actual no solo es un reflejo de las fallas internas de la organización, sino también de un entorno internacional en constante cambio. La capacidad de la ONU para desempeñar su papel dependerá de su habilidad para reformarse y responder a las nuevas realidades del siglo XXI. La discusión sobre el futuro de la ONU es más relevante que nunca, y la comunidad internacional debe unirse para abordar estos desafíos de manera efectiva y constructiva.
