El panorama empresarial en Cataluña se encuentra en un momento de tensión y transformación, especialmente en el sector cementero y tecnológico. Las empresas Molins y Wallbox están atravesando situaciones críticas que reflejan las complejidades del mercado actual y las dinámicas familiares que influyen en la toma de decisiones.
**Desafíos en la Cementera Molins**
Los accionistas de la cementera Molins están inmersos en intensas negociaciones para alcanzar un acuerdo familiar antes de la junta programada para el 27 de junio. Este encuentro es crucial, ya que se discutirán la renovación de tres consejeros y la posible elección de un nuevo presidente no ejecutivo, en sustitución de Joan Molins Amat, quien ha liderado la compañía desde 2017. La estructura accionarial de Molins está dividida entre tres ramas familiares: los Molins Amat, que poseen aproximadamente un 33%; los Molins López Rodó, con un 34%; y los Molins Gil, que controlan un 26% de las acciones.
Joan Molins, a sus 83 años, ha sido una figura clave en la empresa, habiendo ocupado el cargo de consejero delegado durante más de tres décadas antes de asumir la presidencia. Sin embargo, la presión por un cambio en el liderazgo se ha intensificado, especialmente por parte de los Molins López Rodó y los Molins Gil, quienes proponen que Julio Rodríguez, ex consejero delegado de la empresa, asuma la presidencia. Esta propuesta ha generado tensiones, ya que los Molins Amat defienden la continuidad de Joan Molins, aunque están abiertos a un relevo ordenado.
La historia de la empresa ha estado marcada por pactos familiares, pero la reciente decisión de trasladar la sede social a Madrid en 2017, tras la crisis del referéndum de independencia, ha fracturado la unidad familiar. Parte de los Molins Amat se desligaron del pacto de sindicación en protesta por esta decisión, lo que ha complicado aún más las negociaciones actuales. La próxima junta no solo será un momento decisivo para la dirección de la empresa, sino también un testimonio de la capacidad de las familias para resolver sus diferencias y mantener la cohesión en un entorno empresarial desafiante.
**Wallbox: De Unicornio a Crisis Financiera**
Por otro lado, Wallbox, una empresa catalana dedicada a la fabricación de cargadores para vehículos eléctricos, se enfrenta a una crisis significativa. Fundada por Enric Asunción y Eduard Castañeda, Wallbox debutó en la bolsa de Nueva York en octubre de 2021, alcanzando una valoración de casi 1.300 millones de euros en su primer día de cotización. Este éxito inicial la convirtió en un unicornio, un término que se refiere a startups que logran una capitalización de más de 1.000 millones. Sin embargo, la euforia fue efímera.
En el último año, Wallbox ha visto cómo sus acciones se han desplomado un 94% desde su salida a bolsa, y sus proyecciones de ingresos se han reducido drásticamente. En lugar de los 1.200 millones de euros que se esperaban para 2025, la empresa solo logró una décima parte de esa cifra el año pasado. Esta caída ha llevado a la compañía a buscar ayuda estatal, recibiendo una inyección de ocho millones de euros a través de la Sociedad Española para la Transformación Tecnológica (SETT), financiada con fondos europeos.
La situación de Wallbox es un claro ejemplo de cómo la especulación extrema puede tener consecuencias devastadoras. La empresa utilizó un vehículo especial, conocido como SPAC, para cotizar rápidamente, lo que le permitió evitar algunos de los controles habituales del mercado. Sin embargo, esta estrategia ha resultado en una falta de sostenibilidad a largo plazo, evidenciando la fragilidad de las valoraciones infladas en el sector tecnológico.
El apoyo estatal, aunque vital para la supervivencia de Wallbox, plantea preguntas sobre la dependencia de las empresas de la intervención gubernamental en tiempos de crisis. Este fenómeno es común en el mundo empresarial, donde las empresas suelen buscar ayuda del Estado cuando enfrentan dificultades, pero rara vez reconocen su importancia en tiempos de bonanza.
Ambas situaciones, la de Molins y Wallbox, reflejan la complejidad del entorno empresarial actual en Cataluña. Las tensiones familiares en el sector cementero y la crisis financiera en el sector tecnológico subrayan la necesidad de adaptabilidad y colaboración en un mercado que está en constante evolución. Las decisiones que se tomen en los próximos días no solo afectarán a estas empresas, sino que también tendrán repercusiones en el panorama económico más amplio de la región.
