En los primeros ocho meses de 2025, un total de 3.916 mujeres en Euskadi denunciaron haber sido víctimas de delitos relacionados con la libertad sexual, agresiones por parte de sus parejas o exparejas, así como ataques por parte de su entorno familiar. Esta cifra representa un incremento del 1,8% en comparación con el mismo periodo del año anterior. Estos datos, proporcionados por el Instituto Vasco de la Mujer-Emakunde, reflejan una preocupante tendencia que exige atención y acción inmediata por parte de las autoridades y la sociedad en general.
### Aumento de Denuncias por Agresiones Sexuales
El desglose de las cifras revela que 505 mujeres denunciaron haber sido víctimas de delitos contra la libertad sexual, lo que representa un aumento del 4,5% respecto al año anterior. Este tipo de violencia ha cobrado especial relevancia en Bizkaia, donde las denuncias han aumentado un 20%, pasando de 233 en 2024 a 280 en 2025. Este incremento es alarmante y pone de manifiesto la necesidad de implementar medidas más efectivas para prevenir y combatir la violencia sexual en la región.
En Álava, aunque se registró un descenso del 4% en las denuncias por agresiones sexuales, la cifra sigue siendo significativa, con 69 casos reportados. Por otro lado, Gipuzkoa ha visto una disminución del 12%, con 156 casos en el mismo periodo. A pesar de esta reducción, es fundamental no bajar la guardia y seguir trabajando en la sensibilización y educación sobre la violencia de género.
La violencia ejercida por parejas o exparejas también ha mostrado un aumento, con 2.685 mujeres afectadas entre enero y agosto de 2025, lo que representa un incremento del 1,2% en comparación con el año anterior. En este caso, Álava ha experimentado el mayor aumento, con un 2,6% más de casos, alcanzando un total de 464. Gipuzkoa también ha visto un incremento del 2,4%, mientras que en Bizkaia las cifras se mantuvieron estables, con 1.359 casos.
### Violencia Intrafamiliar: Un Problema Persistente
Otro aspecto preocupante es el aumento de la violencia intrafamiliar, que incluye agresiones por parte de familiares que no son parejas o exparejas. En total, se registraron 726 víctimas de este tipo de violencia, lo que representa un aumento del 2,1% respecto a las 711 del año anterior. Este tipo de violencia a menudo queda en la sombra, ya que muchas víctimas no se atreven a denunciar por miedo a represalias o por la falta de apoyo adecuado.
La violencia intrafamiliar es un fenómeno complejo que requiere un enfoque multidisciplinario para su erradicación. Es esencial que las instituciones trabajen en conjunto con organizaciones sociales y comunitarias para ofrecer apoyo a las víctimas y fomentar un entorno donde se sientan seguras al denunciar. La educación y la sensibilización son herramientas clave para cambiar la percepción social sobre la violencia de género y familiar.
La directora de Emakunde, Miren Elgarresta, ha destacado la importancia de abordar estos problemas de manera integral, enfatizando que la violencia de género no solo afecta a las mujeres, sino que también tiene un impacto negativo en la sociedad en su conjunto. Es fundamental que se implementen políticas públicas efectivas que aborden las causas subyacentes de la violencia y que se ofrezcan recursos adecuados para las víctimas.
La creciente preocupación por la violencia de género en Euskadi exige una respuesta contundente. Las cifras son un recordatorio de que, a pesar de los avances en la lucha contra la violencia machista, aún queda un largo camino por recorrer. Es crucial que la sociedad en su conjunto se involucre en la erradicación de este problema, promoviendo la igualdad de género y el respeto mutuo.
Las autoridades deben reforzar los mecanismos de protección para las víctimas, así como garantizar que se realicen investigaciones exhaustivas y que se impongan sanciones adecuadas a los agresores. Además, es vital que se fomente la educación en igualdad desde una edad temprana, para que las futuras generaciones crezcan en un entorno libre de violencia y machismo.
La lucha contra la violencia de género es una responsabilidad compartida que requiere la colaboración de todos los sectores de la sociedad. Solo a través de un esfuerzo conjunto se podrá lograr un cambio significativo y duradero en la percepción y tratamiento de la violencia machista en Euskadi.