La provincia de Kunar, ubicada en el este de Afganistán, ha sido sacudida nuevamente por una serie de terremotos en las últimas 24 horas, lo que ha generado un clima de pánico entre la población y ha forzado nuevas evacuaciones. Este fenómeno natural se produce en un contexto ya devastador, tras el sismo de magnitud 6.0 ocurrido el 31 de agosto, que dejó un saldo trágico de al menos 2.205 muertos y miles de heridos. La magnitud del desastre ha llevado a muchas familias a abandonar las viviendas que aún se mantienen en pie, temerosas de que puedan colapsar en cualquier momento.
El movimiento telúrico más reciente, registrado a las 21:55 hora local del viernes, alcanzó una magnitud de 5.2, precedido por otro de 4.5. Un día antes, un temblor de 5.6 ya había sembrado el pánico en las aldeas montañosas de la región. La situación es crítica, ya que decenas de miles de personas se encuentran en riesgo, expuestas a las inclemencias del tiempo y a la falta de recursos básicos.
### Impacto del Terremoto del 31 de Agosto
El terremoto del 31 de agosto ha sido catalogado como el más mortal en Afganistán desde 1998, cuando más de 4.000 personas perdieron la vida en la provincia de Takhar. Las cifras oficiales del régimen talibán indican que, además de los muertos, más de 3.600 personas resultaron heridas y aproximadamente 6.700 viviendas fueron destruidas en las provincias de Kunar, Nangarhar y Laghman. Esta catástrofe ha dejado a un país ya vulnerable en una situación aún más precaria.
Afganistán se encuentra en medio de una crisis humanitaria sin precedentes, con 23 millones de personas, casi la mitad de su población, dependiendo de ayuda humanitaria para sobrevivir. La ONG Save the Children ha reportado que más de 260.000 menores se han visto directamente afectados por los terremotos, y alrededor de 280 niños han quedado huérfanos. La directora de la organización en el país, Samira Sayed Rahman, ha advertido sobre el impacto emocional que estos eventos han tenido en los niños, afirmando que «el miedo y el duelo que sienten no desaparecerán cuando se retiren los escombros». Muchos de ellos necesitarán asistencia a largo plazo.
Los testimonios de los supervivientes reflejan la magnitud del desastre. Ulfat, un padre herido cuya casa se derrumbó, expresó su desesperación: «No puedo hacer nada por mis hijos porque no tengo nada. Todo lo que poseíamos está enterrado bajo los escombros». Esta situación ha llevado a muchas familias a dormir al aire libre, algunas sobre improvisados colchones hechos de sacos de arroz, mientras esperan la llegada de ayuda humanitaria.
### Desafíos en la Ayuda Humanitaria
La labor humanitaria en Afganistán enfrenta retos extremos. Las carreteras han sido cortadas por desprendimientos y muchas aldeas remotas se encuentran bloqueadas, lo que complica el reparto de asistencia. Los equipos de ayuda se ven obligados a recorrer largas distancias a pie para llevar suministros básicos a quienes más lo necesitan. Además, el sistema sanitario del país ya estaba debilitado antes de los terremotos, debido a recortes previos de ayuda internacional. Decenas de centros de salud permanecen cerrados, afectando a más de medio millón de personas que requieren atención médica.
La ONG Save the Children ha hecho un llamado a la comunidad internacional para que actúe con «financiación inmediata y sostenida». La organización advierte que las réplicas continuas y la devastación provocada por el terremoto del 31 de agosto no solo ponen en riesgo la vida presente de miles de personas, sino también el futuro de los niños en el este de Afganistán. La situación es crítica y requiere una respuesta rápida y efectiva para mitigar el sufrimiento de la población afectada.
La comunidad internacional debe prestar atención a esta crisis humanitaria y actuar de manera coordinada para proporcionar la asistencia necesaria. La vida de miles de personas depende de ello, y es fundamental que se tomen medidas urgentes para garantizar la seguridad y el bienestar de quienes han sido devastados por estos desastres naturales.