El primer ministro israelí, Beniamín Netanyahu, ha revelado una estrategia sorprendente al admitir su colaboración con grupos islamistas en Gaza, específicamente con clanes que buscan debilitar el poder de Hamas en la región. Esta revelación, reportada por un medio estadounidense, ha generado un amplio debate sobre las implicaciones de esta política en el contexto del conflicto israelí-palestino.
### La Colaboración con Clanes de Gaza
Según informes, el gobierno israelí ha estado proporcionando apoyo y armamento a la milicia liderada por Yaser Abu Shaba, que opera principalmente en el sur de Gaza, en la ciudad de Rafah. Este grupo ha ganado notoriedad por su participación en actividades controvertidas, como el asalto y la reventa de contenido de camiones humanitarios. A pesar de las acusaciones en su contra, Abu Shaba ha negado cualquier implicación en estos robos, aunque se reconoce que su facción carece de un sólido apoyo popular en comparación con Hamas, que ha controlado Gaza desde la retirada israelí en 2004.
Las autoridades israelíes han calificado esta colaboración como un movimiento simbólico destinado a aumentar la oposición contra Hamas. En los últimos meses, se han registrado manifestaciones esporádicas en Gaza contra el grupo islamista, lo que sugiere un creciente descontento entre la población. Sin embargo, la situación humanitaria en Gaza es crítica, con más de 2,3 millones de palestinos enfrentando una grave escasez de alimentos y recursos básicos.
La única organización humanitaria con permiso para operar en la región, GHF, ha sido objeto de críticas por su método de entrega de ayuda, que ha resultado en enfrentamientos entre civiles desesperados y el ejército israelí. Este contexto de crisis humanitaria complica aún más la situación, ya que la población se encuentra atrapada entre la violencia y la falta de recursos.
### La Resistencia de Hamas y las Reacciones Internacionales
Netanyahu ha manifestado su intención de destruir completamente la estructura de Hamas, rechazando la idea de que la Autoridad Palestina, liderada por Mahmud Abás, asuma el control de Gaza tras el conflicto. Esta postura ha sido respaldada por algunos sectores de la comunidad internacional, que abogan por la creación de un estado palestino en Gaza y Cisjordania con soberanía territorial. Sin embargo, la estrategia de Netanyahu ha suscitado críticas tanto dentro como fuera de Israel.
Abu Shaba, a pesar de sus vínculos con Israel, ha lanzado una campaña en redes sociales para mejorar su imagen y atraer a los palestinos de Rafah a su zona de control, prometiendo comida y refugio en medio de la escasez. Esta táctica busca consolidar su poder en la región, aunque su grupo cuenta con un número limitado de efectivos, estimándose en alrededor de doscientos hombres.
Expertos en inteligencia, como Yossi Amrosi, han señalado que, aunque los hombres de Abu Shaba no tienen una afinidad directa con Israel, la colaboración es vista como una estrategia pragmática ante un enemigo común: Hamas. Sin embargo, esta relación ha sido objeto de críticas por parte de figuras políticas israelíes, como Avigdor Liberman, exministro de Defensa, quien ha acusado a Netanyahu de armar a una banda criminal en Gaza. Asimismo, el líder de la oposición, Yair Lapid, ha advertido que esta decisión podría tener consecuencias desastrosas, sugiriendo que las armas que ingresan a Gaza podrían ser utilizadas en contra de soldados y civiles israelíes.
La situación en Gaza sigue siendo volátil, y la estrategia de Netanyahu de colaborar con clanes islamistas plantea preguntas sobre el futuro del enclave y la posibilidad de una solución duradera al conflicto. A medida que la comunidad internacional observa de cerca estos desarrollos, la tensión en la región continúa en aumento, con un impacto significativo en la vida de millones de palestinos que sufren las consecuencias de la guerra y la inestabilidad política.