En los últimos meses, Panamá ha sido escenario de un creciente movimiento de protesta que refleja la tensión entre las demandas sociales y la influencia de Estados Unidos en la región. Las manifestaciones, que inicialmente se centraron en cuestiones económicas y sociales, han evolucionado para incluir un fuerte componente de defensa de la soberanía nacional, especialmente tras el reciente envío de tropas estadounidenses al país. Este artículo explora las raíces de estas protestas, sus demandas y el contexto político que las rodea.
### Orígenes del descontento social
Las protestas en Panamá no son un fenómeno nuevo. Desde hace años, los ciudadanos han expresado su descontento por el aumento de los precios de bienes esenciales, la precariedad de los salarios y la privatización de servicios públicos. En este contexto, las movilizaciones han cobrado fuerza, especialmente entre sectores como la educación, la construcción y la agricultura. La situación se ha visto agravada por la percepción de que las élites económicas del país se benefician de la riqueza generada por el Canal de Panamá, mientras que la mayoría de la población vive en condiciones de pobreza.
Uno de los detonantes recientes de las protestas ha sido la aprobación de una ley que incrementa la edad de jubilación y reduce las pensiones, lo que ha generado un fuerte rechazo entre los trabajadores. Además, la concesión de una mina de cobre a una multinacional canadiense ha suscitado la indignación de los panameños, que ven en ello una amenaza a su medio ambiente y a sus derechos laborales. Las huelgas y manifestaciones han sido organizadas por sindicatos y grupos de estudiantes, quienes han exigido la derogación de esta ley y la defensa de los recursos naturales del país.
### La influencia de Estados Unidos y la defensa de la soberanía
La situación se ha complicado aún más con la reciente visita del secretario de Defensa de EE. UU., Pete Hegseth, quien anunció el envío de tropas estadounidenses a tres antiguas bases en Panamá. Esta decisión ha reavivado los sentimientos antiimperialistas en el país, donde muchos ciudadanos recuerdan con desagrado la intervención militar estadounidense en la década de 1980. Las protestas han comenzado a incluir eslóganes como “¡Yankis go home!” y “Fuera Comando Sur de Panamá”, reflejando un profundo descontento con la injerencia estadounidense en los asuntos internos del país.
El presidente panameño, José Raúl Mulino, ha intentado justificar la presencia militar estadounidense como una medida para combatir el narcotráfico. Sin embargo, muchos panameños ven esto como una violación de su soberanía, especialmente a la luz del tratado Carter-Torrijos de 1977, que estableció la entrega gradual del control del canal a Panamá. Las manifestaciones han crecido en respuesta a esta percepción de amenaza, y los líderes de las protestas han denunciado que la oligarquía panameña está colaborando con Estados Unidos para mantener el control sobre el Canal de Panamá.
La presencia militar estadounidense ha sido un tema delicado en la opinión pública panameña. Muchos ciudadanos recuerdan los eventos trágicos de la invasión de 1989 y los asesinatos de estudiantes en 1967, lo que ha alimentado un sentimiento de resistencia contra cualquier forma de intervención extranjera. La retórica de Trump sobre recuperar el control del canal ha exacerbado estas tensiones, y algunos analistas advierten que una presión excesiva por parte de EE. UU. podría llevar al gobierno panameño a enfrentar un descontento interno aún mayor.
### Un futuro incierto
La situación en Panamá es un reflejo de las complejas dinámicas entre la política interna y la influencia externa. El presidente Mulino, quien llegó al poder con un bajo porcentaje de votos, se encuentra atrapado entre las demandas de su población y las exigencias de Washington. Las concesiones que ha hecho a Trump, como el aumento de la presencia militar estadounidense y medidas contra la influencia china, son vistas por muchos como actos de sumisión que no hacen más que profundizar la crisis de legitimidad de su gobierno.
A medida que las protestas continúan, la pregunta sobre el futuro de Panamá se vuelve cada vez más apremiante. La lucha por la soberanía y los derechos sociales está en el corazón de este movimiento, que busca no solo mejorar las condiciones de vida de los panameños, sino también reafirmar su independencia frente a la injerencia extranjera. La historia reciente de Panamá nos recuerda que la lucha por la justicia social y la soberanía nacional son temas interconectados, y que el camino hacia un futuro más equitativo y soberano está lleno de desafíos.