La historia de un retrato que viajó desde Lekeitio hasta el Vaticano es un relato de sueños, amistad y perseverancia. Alberto López, conocido como ‘Brasaola’, un artista de Lekeitio, había anhelado entregar su obra al Papa Francisco. Sin embargo, su sueño se vio truncado por su fallecimiento, ocurrido dos meses antes de que se materializara su deseo. A pesar de esta tragedia, el periodista Ibon Pérez, amigo cercano de López, se comprometió a hacer realidad la entrega del retrato, convirtiéndose en el puente entre el artista y el líder religioso.
El proceso para llevar el retrato al Vaticano comenzó cuando Ibon Pérez se puso en contacto con las autoridades vaticanas. Sin embargo, fue tras la muerte de López que el proyecto cobró un nuevo impulso. Pérez utilizó las redes sociales para dar a conocer la historia, lo que resultó en una viralización del mensaje. Gracias a esta difusión, periodistas del Vaticano se pusieron en contacto con él, lo que facilitó el intercambio de cartas y la organización de la entrega.
El apoyo de amigos y colegas fue crucial en este proceso. Raúl Cabrera, un periodista que trabaja en el Vaticano, se unió a la causa y ayudó a que el deseo de López se convirtiera en realidad. Además, la periodista Eva Fernández, de la Cope, también brindó su apoyo, lo que llevó a Pérez a expresar su gratitud enviándole un ramo de flores tras el exitoso encuentro.
El momento de la entrega fue descrito por Ibon Pérez como uno de los más emocionantes de su vida. Junto a la viuda de López y una de sus hijas, se dirigieron al Vaticano, donde la atmósfera era palpable. Pérez recuerda que no pudieron contener las lágrimas al conocer al Papa, quien, según él, poseía un aura especial. Además del retrato, Ibon llevó consigo alfajores de maicena, un regalo de una mujer argentina residente en Lekeitio, lo que añadió un toque personal a la entrega.
Dos meses después de la entrega, mientras grababa un programa en República Dominicana, Pérez recibió una sorpresa en su hogar: una foto firmada por el Papa Francisco, acompañada de un mensaje que decía: «agradezco este noble gesto y te aseguro un recuerdo en mi oración». Este gesto fue un reconocimiento no solo al esfuerzo de Pérez, sino también al legado del artista que había querido compartir su obra con el mundo.
Al regresar a Lekeitio, Ibon Pérez se dio cuenta de la magnitud de lo que había logrado. La comunidad lo recibió con aplausos y admiración, y él mismo reflexionó sobre lo bonito que es ser recordado por un acto tan significativo. Tres años después de la entrega, Pérez considera que fue un «sueño periodístico» cumplido, un testimonio de cómo la pasión y la amistad pueden superar incluso las barreras más difíciles.
La historia de la entrega del retrato al Papa Francisco no solo es un relato de un sueño cumplido, sino también un recordatorio de la importancia de la comunidad y el apoyo mutuo. La conexión entre Lekeitio y el Vaticano, facilitada por la dedicación de Ibon Pérez, ha dejado una huella en la memoria colectiva de su pueblo, que aún recuerda con cariño aquel viaje que unió a un artista, un periodista y un líder espiritual en un acto de amor y reconocimiento.