La reciente despedida de José Luis Zubizarreta, un analista político con una larga trayectoria, ha dejado un eco significativo en el panorama político vasco. A sus 87 años, Zubizarreta ha compartido sus reflexiones sobre el estado actual de la política en Euskadi y Europa, destacando un deterioro en la calidad humana de los políticos y una desorientación en los partidos tradicionales.
Zubizarreta, quien fue mano derecha del lehendakari Ardanza, ha señalado que la finalización de ETA ha sido un avance notable, aunque también ha advertido sobre el resurgimiento de la delincuencia y la violencia en las calles. A su juicio, la política vasca ha pasado de un periodo heroico a una etapa de conformismo, donde los partidos buscan soluciones a problemas cotidianos como la vivienda y el costo de la vida, dejando de lado grandes ideales.
Uno de los puntos más controvertidos de su análisis es la aceptación de EHBildu entre los jóvenes, quienes, según él, no ven el pasado de terrorismo como un obstáculo. Zubizarreta argumenta que esto se debe a que otros partidos han normalizado a EHBildu, haciéndolo parecer un partido más dentro del sistema político. Esta normalización ha llevado a que muchos jóvenes se desinteresen por la historia reciente de Euskadi, enfocándose en sus propias luchas por la vivienda y el empleo.
La crítica hacia el PNV también es contundente. Zubizarreta sostiene que el partido ha perdido su rumbo y se ha convertido en un partido más, sin la capacidad de movilizar a su base. La falta de grandes objetivos y la desafección política han llevado a que la militancia se sienta desconectada. A su juicio, el PNV necesita revitalizar su mensaje y reconectar con sus votantes, especialmente en un contexto donde la política se ha vuelto más vulgar y menos inspiradora.
En el ámbito europeo, Zubizarreta expresa su preocupación por la creciente polarización y el auge de movimientos autocráticos. La invasión de Rusia a Ucrania y el caos político generado por figuras como Donald Trump han creado un clima de incertidumbre. Según él, la democracia enfrenta un desafío significativo, ya que muchos ciudadanos sienten que sus necesidades no están siendo atendidas y buscan alternativas más rápidas y efectivas, incluso si eso significa abrazar el autoritarismo.
La conversación también toca el tema de la memoria histórica en Euskadi. Zubizarreta critica la falta de un diálogo serio sobre el pasado violento del país, sugiriendo que la sociedad prefiere olvidar en lugar de confrontar su historia. Este olvido, según él, impide que se reconozcan las injusticias y que se ofrezcan reparaciones a las víctimas.
En cuanto a la política actual, Zubizarreta lamenta que los debates se hayan vuelto más ruidosos y menos sustanciales. La falta de respeto hacia las instituciones y la creciente polarización han llevado a un ambiente donde el debate civilizado parece estar en peligro. A pesar de esto, él sostiene que la política en Euskadi aún se lleva a cabo con más dignidad que en otros lugares, como el Congreso español, donde el griterío y la falta de respeto son más evidentes.
Finalmente, Zubizarreta reflexiona sobre el miedo que ha comenzado a dominar la vida política y social en Europa. Este miedo, que se manifiesta en la aversión hacia lo diferente y lo desconocido, ha llevado a un retroceso en los valores democráticos. La política, en su opinión, debe encontrar un equilibrio entre la eficacia y la libertad, y no dejarse llevar por el miedo que amenaza con desestabilizar las democracias occidentales.
Las palabras de Zubizarreta resuenan en un momento en que la política vasca y europea enfrenta desafíos sin precedentes. Su análisis invita a una reflexión profunda sobre el futuro de la política en Euskadi y la necesidad de recuperar la dignidad y el propósito en la acción política.