En un contexto de creciente tensión política y social, el Gobierno Vasco ha manifestado su firme rechazo a las pintadas amenazantes dirigidas al consejero de Seguridad, Bingen Zupiria. Este incidente, que tuvo lugar en la localidad de Zestoa, ha reavivado el debate sobre la violencia y el acoso en el ámbito político, así como la responsabilidad de los partidos en la condena de tales actos. La portavoz del Gobierno, Maria Ubarretxena, ha instado a EH Bildu a adoptar una postura más clara y contundente frente a estas manifestaciones de violencia.
Las pintadas, que aparecieron en la estación de Lasao, contenían mensajes que evocan la época más oscura del terrorismo en el País Vasco, incluyendo frases que incitan al odio hacia la policía. Este tipo de acciones no son nuevas para Zupiria, quien ya había sido objeto de amenazas en el pasado, lo que pone de manifiesto un patrón preocupante de acoso hacia figuras públicas en la región. La situación se agrava en un clima donde la hostilidad hacia las fuerzas de seguridad ha aumentado, especialmente tras los recientes altercados en Vitoria.
Ubarretxena ha subrayado la necesidad de que todos los partidos políticos se pronuncien en contra de la violencia, afirmando que «lo que está mal, está mal» y que no se puede permitir un retroceso en la convivencia. La portavoz ha recordado que Euskadi ha sufrido mucho a lo largo de su historia y que es fundamental avanzar hacia una sociedad más pacífica y respetuosa. En este sentido, ha hecho un llamado a EH Bildu para que asuma su responsabilidad social y se manifieste claramente en contra de cualquier forma de violencia.
### La violencia como parte del discurso político
La violencia y el acoso en el ámbito político no son fenómenos aislados. En muchas ocasiones, estos actos se convierten en parte del discurso político, donde las amenazas y el señalamiento de figuras públicas se utilizan como herramientas para intimidar y silenciar voces disidentes. Este tipo de comportamiento no solo afecta a los individuos directamente involucrados, sino que también tiene un impacto negativo en la percepción de la seguridad y la convivencia en la sociedad.
Las pintadas amenazantes contra Zupiria son un claro ejemplo de cómo la violencia puede manifestarse en formas simbólicas que buscan deslegitimar a las instituciones y a quienes las representan. La utilización de lemas que recuerdan a la época de ETA es particularmente alarmante, ya que evoca un pasado doloroso que muchos en la sociedad vasca han trabajado arduamente para superar. La normalización de este tipo de mensajes en el espacio público es un indicativo de que aún persisten tensiones no resueltas en la sociedad.
El Gobierno Vasco ha reiterado su apoyo a la Ertzaintza, la policía autonómica, destacando su papel fundamental en la garantía de la seguridad y el orden público. Ubarretxena ha enfatizado que, aunque siempre hay aspectos que se pueden mejorar, no se puede justificar ni banalizar la violencia en ninguna de sus formas. La Ertzaintza, como cuerpo de seguridad democrática, debe ser defendida y respetada, y cualquier ataque hacia ella debe ser condenado sin ambigüedades.
### La responsabilidad de los partidos políticos
La postura de EH Bildu en este contexto es especialmente relevante. Como partido político, tiene la responsabilidad de contribuir a la construcción de un clima de paz y respeto en la sociedad vasca. La falta de una condena clara y contundente de las amenazas y el acoso puede interpretarse como una falta de compromiso con la convivencia pacífica y el respeto a las instituciones.
Ubarretxena ha instado a EH Bildu a ser más explícito en su rechazo a la violencia, recordando que todos los partidos deben trabajar juntos para evitar un retroceso en los avances logrados en términos de paz y seguridad. La violencia, en cualquiera de sus formas, debe ser rechazada de manera unánime, y los partidos políticos tienen un papel crucial en la promoción de un discurso que fomente el respeto y la tolerancia.
La situación actual en Euskadi plantea desafíos significativos para la política y la sociedad en su conjunto. La violencia y el acoso no solo afectan a los individuos, sino que también socavan la confianza en las instituciones y en el proceso democrático. Es fundamental que todos los actores políticos se comprometan a trabajar juntos para construir un futuro en el que la violencia no tenga cabida y donde el respeto y la convivencia sean los pilares de la sociedad.
