La situación actual en Rusia ha puesto de relieve una contradicción notable entre las políticas de los estados y las acciones de las empresas multinacionales. A pesar de las sanciones internacionales y el conflicto armado en Ucrania, se estima que alrededor de 11,000 compañías continúan operando en Rusia, según la agencia Spark Interfax. Entre estas, se encuentran grandes multinacionales como Philip Morris, PepsiCo, Nestlé y Procter & Gamble, que siguen generando ingresos significativos en el país. Este fenómeno plantea preguntas sobre la responsabilidad ética de estas corporaciones y su papel en el financiamiento de la guerra de Putin.
Las cifras son alarmantes. A pesar de que más del 10% de las corporaciones globales han cerrado sus operaciones en Rusia desde el inicio del conflicto, un tercio de ellas está en proceso de hacerlo, mientras que cerca de la mitad sigue haciendo negocios sin restricciones. Esto significa que, de alguna manera, estas empresas están contribuyendo a la financiación de la máquina bélica rusa al pagar impuestos al Kremlin. Según informes, las grandes empresas extranjeras declararon más de 11,000 millones de euros en beneficios en 2022, con un aumento significativo en sus ganancias. Las multinacionales occidentales han pagado aproximadamente 3,000 millones de euros en impuestos de sociedades al gobierno ruso durante estos años de guerra.
### La Complicidad Económica de las Multinacionales
El impacto de las multinacionales en la economía rusa es innegable. Un informe de la escuela de negocios de Kiev y B4Ukraine estima que las empresas presentes en Rusia, incluidas muchas de origen chino, han pagado entre 35,000 y 50,000 millones de euros en impuestos, lo que representa una parte considerable del presupuesto militar ruso, que se estima en 130,000 millones de euros para este año. Este hecho ha llevado a algunos analistas a acusar a estas empresas de complicidad con el régimen de Putin.
Desde la perspectiva de algunos economistas, como Igor Lipsits, las empresas que obtienen beneficios en medio de la guerra no son necesariamente culpables, ya que su éxito puede ser resultado de circunstancias externas. Sin embargo, esta lógica no exime a las corporaciones de la responsabilidad moral que conlleva operar en un país en conflicto. La pregunta que surge es si estas empresas deberían reconsiderar su presencia en Rusia, dado el contexto de violaciones de derechos humanos y agresiones militares.
A medida que la guerra se prolonga, el Kremlin ha comenzado a tomar medidas más drásticas. Putin ha amenazado con nacionalizar o expropiar los activos de las multinacionales que aún operan en el país. Esta decisión es una respuesta a las iniciativas europeas de congelar las reservas financieras rusas, que se estiman en 210,000 millones de euros. La amenaza de nacionalización se convierte en un arma de doble filo, ya que podría desincentivar a las empresas a permanecer en Rusia, pero también podría tener repercusiones negativas para la reputación de Rusia en el mercado internacional.
### El Futuro de las Multinacionales en Rusia
La situación actual plantea un dilema para las multinacionales. Por un lado, permanecer en Rusia podría significar contribuir indirectamente al esfuerzo bélico del Kremlin; por otro lado, salir del país podría resultar en pérdidas económicas significativas. Las condiciones impuestas por el gobierno ruso para la repatriación de beneficios son desfavorables, lo que ha llevado a algunas empresas a optar por quedarse, a pesar de las implicaciones éticas. Se estima que Rusia ya ha nacionalizado activos extranjeros valorados en 42,000 millones de euros desde el inicio del conflicto, lo que demuestra su capacidad para ejercer control sobre las empresas extranjeras.
Las empresas de países del G7, que formalmente apoyan a Ucrania, son las que más contribuyen fiscalmente a Rusia. Esto crea una contradicción evidente, ya que el 80% de los ingresos generados por estas compañías proviene de estados que Rusia considera «no amigables». Las empresas alemanas, estadounidenses y francesas son las que más impuestos pagan, mientras que la presencia de empresas españolas en Rusia es mínima y se limita a oficinas comerciales.
Si Putin decide avanzar con la requisición de activos, las ofertas que se presenten a las multinacionales podrían ser muy poco atractivas, con descuentos que podrían alcanzar hasta el 80% del valor de mercado. Esto podría llevar a una mayor inseguridad jurídica en el país, lo que afectaría la confianza de los inversores extranjeros. Sin embargo, Rusia podría buscar alternativas en otros mercados, como China, para compensar la posible pérdida de inversión occidental.
La situación actual de las multinacionales en Rusia es un reflejo de las complejidades del comercio internacional en tiempos de conflicto. Las decisiones que tomen estas empresas no solo afectarán su futuro económico, sino que también tendrán repercusiones en la percepción global de Rusia y su régimen. La intersección entre negocios y ética se vuelve cada vez más relevante en este contexto, y las multinacionales deben sopesar cuidadosamente sus acciones en un entorno tan volátil.